Desde las postrimerías de mi tenue y fugaz existencia,
he
comprobado que el amor es la fuerza mayor del universo,
sin importar que el irresistible castigo venga
de una sentencia,
o ese insospechado ser al que entregas tu
afecto sea perverso.
Esa perturbación es etérea y totalmente
adimensional,
sin embargo, se esparce como flama
incontrolable,
semeja, en sus inicios, los servicios de un
profesional,
es una titánica tarea colmada de emoción
inigualable.
El amor hay que vivirlo y entregarlo con total
pasión,
en ningún instante discrimina la cuna de
origen ni la raza,
al enamorado jamás se le debe tener compasión,
aquel sabe que está revestido con una santa
coraza.
El amor realiza en las personas increíbles
proezas,
acapara nuestro aliento, lleva a un mundo de
fantasía
por ello
acumula la totalidad de nuestras fuerzas,
alejándonos, en infinidad de veces, de la
hipocresía.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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