Busqué en mi afán de acicalar mis letras
El mural que soportara mi condena,
Pues eran plomo las letras del poema
Con una trama trillada y obsoleta.
Con paso lento continúe mi andanza,
Y me encontré mojando mis letras en tu playa,
Sopló la brisa y me vino cuál metralla
La musa que hasta ahora no tiene semejanza.
Tendido estaba sobre fresca arena
El lienzo tan soñado, tan propicio,
Y fui cayendo cuál ave en precipicio
En vuelo enamorado y sin condena.
Tu cuerpo tan perfecto, tan desnudo,
Con esa simetría sinuosa y envolvente,
Me trajo pensamientos febriles y candentes,
Así como un amor alucinante y puro.
Tu piel madura y fresca enajenó mi mente
Tus labios tan besables tocaron a mi alma
Con su dulzura extrema me robó la calma,
Y me volví tu esclavo en éste amor Silente.
Invítame a tu isla y secuestra mis anhelos,
Que nuestras pieles sientan el golpe de las
olas,
Y en número de besos juntemos caracolas
Y sean para siempre felices los desvelos.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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