domingo, 6 de septiembre de 2020

A LA LUZ DE LA LUNA.

La luz de la luna era mi guía, estaba perdido en un bosque, no pregunten como llegue ahí, según yo estaba de excursión con un grupo de compañeros, pero como soy Don descuido no me di cuenta que se habían ido, me llegué a dar cuenta porque se estaba haciendo tarde, estaba en una laguna tratando de coger unos pececillos, habían muchos y de todos los colores, pero eran muy pequeños, los que iba cogiendo los ponía en una botella, eran muy difíciles de coger, eran muy astutos, pero ya tenía unos 10, la tarde llegaba y me salí de la laguna pensé estaban por ahí, salí a buscarlo y no había nadie, estaba en una montaña media alta se podía ver el camino y la buseta que me trajo ya no estaba... Me preocupé por un momento pero si recuerdo algo del camino, recuerdo que llevaba la botella de los peces, una mochila media grande, y algo de comida. Salí de aquella montaña y se suponía que más o menos saliendo de esa montaña, estaba el camino, pero yo miré al frente y lo único que había eran más montañas, creo que estaba perdido, desafortunadamente ya estaba anocheciendo y el día no estaba tan bien que digamos, hasta parecía que iba a llover por ratos, pero algo se podía ver a la luna, de niño creía que la luna me seguía a todas partes, porque por más que me le quería escapar siempre estaba ahí, al igual que la sombra, nunca te dejan, empecé a bajar de nuevo por la montaña, si ya de subida era un poco relajada, la bajada y de noche peor, pero le di, algunas veces me tropezaba, otras ya me caía, pero seguía, y como les digo, la luna si me ayudaba un poco, no solo por la luz, cada vez se la veía más despejada, también me brindaba seguridad, el peor momento fue cuando pasaba por medio de unos árboles y se escuchó un búho, se me hizo la piel de gallina, salí pero corriendo de ese lugar, parecía que ya iba a llegar a la camino, recuerdo que antes de llegar al camino había una subidita media escandalosa porque era media resbalosa, yo seguí y había un camino marcado, y a la luz de la luna se lo veía clarito, lo seguí, pase como tres colinas medias grandes, estaba hasta acalambrado, nunca había caminado tanto, pero de tanta subida que había dado no me di cuenta que ya había pasado esa subidita escandalosa, y me acuerdo que en plena curva de la carretera, estaba la buseta, todos estaban abajo, en el camino se me cayó la botella de los peces, si me sentí triste, pobres peces :`c pero bueno ya abajo, recuerdo que unos de los chicos me dijo, -¿Dónde te habías metido, te llevamos buscando por horas, y nada? me daba vergüenza decirles que me había perdido, así que mejor callé, y luego el profesor me dijo que si no fuera por Roberto, te hubiéramos dejado, Roberto fue quién me hizo la pregunta, le fui a dar las gracias, y el me dijo, sabes porque me acordé de ti?, porque tu eres el que siempre mete bulla y esta vez la buseta iba tranquilita, y algo estaba mal, y ahí fue cuando me acorde de ti, y yo de una le conté que me había perdido, al final quedaron buenas anécdotas... Recuerden la luna por las noches al igual que Dios, siempre van a estar ahí...

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

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