domingo, 6 de septiembre de 2020

AQUEL AMOR.

Aquel amor que tuve un día

Refrescó mis labios con sus besos

era la alegría de mis mañanas y refugio

de mis otoños de invierno.

Canción de mis mañanas, eran sus besos

de amor y sus despedidas de buenas noches.

¡Vernos, era cómo ver el día!

tenernos era como saber que la vida, es vida

y en sus brazos yo no sabía de melancolías

...no me dejaba estar triste.

Sus labios ansiosos bebían de mis senos,

eran la fuente de su felicidad.

nos teníamos y cuando no estábamos juntos

era como comer comida sin sal,

no podíamos vivir el uno sin el otro.

Éramos amor y pasión ardiente como teas humanas,

cuando los cuerpos se juntaban nada sabíamos,

enloquecíamos y el tiempo no importaba.

Era así; él era un volcán en erupción y yo una

chispa qué el fácil encendía.

Éramos insaciables a los deseos y a los juegos

eróticos, sin censura y sin pecado nos teníamos.

éramos así; mar y arena, cielo y estrellas,

fuego y pasión, amor y deseo.

...Aquel amor sólo supo hacerme feliz,

me estremecía en sus brazos él sabía cómo

hacerme estremecer cuando me ceñía a su cuerpo

y su aliento terminaba en mi boca y bebía de sus labios,

la dulce miel de su ambrosía.

Aquel amor dejó huellas en mi alma y en mi cuerpo,

bebió de mi fuente tantas noches que no lo puedo olvidar.

Era mío y yo era suya todos los inviernos que vivimos

besó cada uno de los poros de mi piel,

y me sacudió con sus brazos varoniles y mi cuerpo

temblaba con sus caricias, fuimos esperanza de vida

él de la mía yo de la de él porque él era mi respiración.

...Un día se fue y no regreso y ahora me falta

la esperanza de vida y su respiración.

No sé, si vivo o muero desde qué él se fue.

Si hay olvido un día lo olvidaré, ¡Ojos míos, de mi querer!

te sepultaré conmigo vivirás y morirás conmigo, amor.

Siempre tuya, siempre mío, mi ángel de amor.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

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