Aquel amor que tuve un día
Refrescó mis labios con sus besos
era la alegría de mis mañanas y refugio
de mis otoños de invierno.
Canción de mis mañanas, eran sus besos
de amor y sus despedidas de buenas noches.
¡Vernos, era cómo ver el día!
tenernos era como saber que la vida, es vida
y en sus brazos yo no sabía de melancolías
...no me dejaba estar triste.
Sus labios ansiosos bebían de mis senos,
eran la fuente de su felicidad.
nos teníamos y cuando no estábamos juntos
era como comer comida sin sal,
no podíamos vivir el uno sin el otro.
Éramos amor y pasión ardiente como teas
humanas,
cuando los cuerpos se juntaban nada sabíamos,
enloquecíamos y el tiempo no importaba.
Era así; él era un volcán en erupción y yo una
chispa qué el fácil encendía.
Éramos insaciables a los deseos y a los juegos
eróticos, sin censura y sin pecado nos teníamos.
éramos así; mar y arena, cielo y estrellas,
fuego y pasión, amor y deseo.
...Aquel amor sólo supo hacerme feliz,
me estremecía en sus brazos él sabía cómo
hacerme estremecer cuando me ceñía a su cuerpo
y su aliento terminaba en mi boca y bebía de
sus labios,
la dulce miel de su ambrosía.
Aquel amor dejó huellas en mi alma y en mi
cuerpo,
bebió de mi fuente tantas noches que no lo
puedo olvidar.
Era mío y yo era suya todos los inviernos que
vivimos
besó cada uno de los poros de mi piel,
y me sacudió con sus brazos varoniles y mi
cuerpo
temblaba con sus caricias, fuimos esperanza de
vida
él de la mía yo de la de él porque él era mi
respiración.
...Un día se fue y no regreso y ahora me falta
la esperanza de vida y su respiración.
No sé, si vivo o muero desde qué él se fue.
Si hay olvido un día lo olvidaré, ¡Ojos míos,
de mi querer!
te sepultaré conmigo vivirás y morirás
conmigo, amor.
Siempre tuya, siempre mío, mi ángel de amor.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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