sábado, 5 de septiembre de 2020

LAS ROSAS BLANCAS.

Al ocaso de la luna blanda

se vistió de negro la noche;

monté un pegaso azabache

quise ir tras la rosa blanca.

 

Y vi a la luna que alumbraba

las caras de los hambrientos

aquellos que lloran silencios

del egoísmo que dormitaba.

 

Y alumbró a la madre angustiada

la del alma mutilada en vela

que gime una ausencia marcada

de aquel que duerme y espera.

 

Y ya no quería seguir a la luna

montado sobre el caballo alado

¿"Dónde están las rosas blancas

las que crecen con la esperanza"?

 

Y la luna seguía alumbrando

las trincheras de la guerra

la sangre de los inocentes

atormentó mi alma inquieta.

 

¡No sofoques tu alma! me dijo

y me llevó a donde nace el alba

"aquí crecen las rosas blancas

lozanas con la esperanza".

 

Los rayos descubrieron alegres

la inocente tez de los niños

Y una canción alegró los mares

con la voz de los niños cantores.

 

Quise guardar rosas en mi aljaba

y escuché una voz de arriba:

"sólo germinan en corazones puros

los que buscan la celeste alba".

 

Medité en lo alegre y lo funesto

y huyó mi caballo alado,

desperté de aquel sueño presto

a regar mi rosa blanca que quizás

había olvidado.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

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