martes, 29 de septiembre de 2020

NOCHES DE LUNA.

Sola se queda la noche,

inmersa en sus duermevelas,

denso silencio que embriaga,

negrura que te embelesa.

Vigilante de los sueños,

preludio de madrugadas,

mirada que sabe a amores,

rostro con alma de fiera.

 

De efímera paz semblante,

de quietas luces inquietas,

de conmovedoras voces,

entre sábanas que tiemblan.

Sudores de los deseos,

líquidos versos que vibran,

en los incontables sueños,

que beben de sus tinieblas.

 

Noche febril y traidora,

sombra que acecha en la sombra,

finas fibras que titilan,

en las carnes que se entregan.

Poder de negro infinito,

como una caverna inmensa,

arrebatos en los huecos,

oscuros como una sima.

 

Canta el búho a contraluz,

resalta la Luna el negro,

de su aparente quietud.

Ojos intensos de noche,

escrutadores sin luz.

Luz de Luna entre las plumas,

forma acerada y oscura,

que rinde culto a la bruma.

 

Noches de negras fortunas,

de agravios y sinsabores,

de infatigables amores,

de miedo, carne y espinas,

de sollozos en la cuna

y de húmedos placeres.

Noches de piel y de esquinas,

vidas que viven y mueren.

 

Sabias noches mensajeras,

pensamientos entre brumas,

ágil se mueve la pluma,

sobre el blanco que la abruma.

Amparadas por la Luna,

las ideas se concitan,

hablando consigo mismas,

la noche amaina las dudas.

 

En la oscura soledad,

se hace hueco la verdad,

que va tornando a la luz,

de su intensa integridad,

su voz queda es un alud,

en la eterna inmensidad.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

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