La noche invita a escuchar
en el silencio suave reinante,
un verso recitado con calma
salido de la hondura de dentro.
Una palabra sonora es dulce sinfonía
las lágrimas de un niño ahogan el pecho
el último adiós a un ser querido se llena
de tristeza.
Y si lanzo mi grito al viento desgarrando mi
voz
regresa
aliviada de tanto callar
de atravesar sendas y caminos de ausencias,
no se
conforma con un valle de flores ...
Y si despliego mis brazos a lo alto
a recoger los abrazos no dados
los besos que no llegaron a tiempo
se fueron con el calor del cariño
en la más grande soledad.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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