Volverán al lugar las golondrinas,
regresarán las rojas amapolas,
volverán esas gotas ambarinas,
de rocío resbalando entre las hojas.
De nuevo harán su nido las ardillas,
en la carne del árbol que las mima,
regresarán las aguas a los ríos,
de manantiales de esencia cristalina,
y una nota vendrá, tras otra nota,
para deleite de oídos y de auroras.
Volverán al corazón viejos latidos,
derramando la vida gota a gota,
armoniosos latidos serán notas,
del instrumento mágico y sentido,
del ritmo que embellece lo que toca.
Vendrá de nuevo el alma aventurera,
aleteando como bellas mariposas,
y serán las más hermosas duermevelas.
Volverá la plenitud que ama y reposa,
soñando los olores de las rosas.
Volver cruzando el rayo que no frena,
nuevos amaneceres serán brasas,
que apagar con el efluvio de las lágrimas,
y unido el corazón y las estrellas,
buscar el universo de las cosas.
Amar sin compasión para que vuelvan,
a nacer entre las grietas nuevas hojas,
un beso volverá ungido en verso,
una canción vendrá desde la fosa,
del mismo abismo donde el verso brota.
Volverán a nacer nuevos retoños,
en la columna vertebral de las mañanas,
a gritos volverán viejos recuerdos,
de remembranzas soñadas en voz alta.
Regresará el mochuelo al viejo olivo,
con su ulular de ancestros redivivos,
a llenar las sofocantes noches,
de hadas y duendes, de luciérnagas mágicas.
Regresará la Luna de su nido,
despidiendo al Sol en lontananza.
Volver cruzando de parte a parte el tiempo,
partiendo por el centro la jornada,
amor en cada lado, beso a beso,
buscando la verdad, loco viajero,
esperando el destino que le aguarda.
Amor sin compasión que pronto vuelva,
para darle sentido a lo que crezca.
Volverán los arrullos y susurros,
a las plácidas vidas que se bañan,
en las fértiles aguas de la magia.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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