sábado, 8 de mayo de 2021

AMOR DE NUBES Y CLAROS.

No reniega el corazón,

a seguir a la conciencia,

ni la vida al valor niega,

su desafiante existencia,

niega el reo la sentencia,

pero sufre la condena,

a veces, en la inocencia.

 

Vive oculta en la maleza,

en lo oscuro también medra,

la realidad es el mundo,

de misteriosas vivencias,

en la oscuridad cohabitan,

entre elaboradas reglas,

extraordinarias materias,

inertes o siempre en vela.

 

Olor a azufre y a pólvora,

olor a odio y a traición,

dolor en el corazón,

que se conmueve y se agota,

verdor que huye de la sombra,

más, no se extingue el aroma,

de la libertaria voz,

en la oscuridad más honda.

 

Terremotos de pasiones,

emociones que se ahondan,

en las fibras más remotas,

donde el nervio vibra y mora,

estrambóticas pulsiones,

que aceleran o aminoran,

sentimientos que desbordan,

corazones y memorias.

 

Cruza el viento la gaviota,

planea en su ser y aletea,

buscando en tierra las sobras,

de su acento no reniega,

de las excéntricas formas,

sus ojos ven la existencia,

grita, pero no se altera,

aunque latente es su ira.

 

En la oscuridad se acepta,

y en las luces se desprecia,

luz y sombra viajan juntas,

una descubre, otra oculta,

y así, anda entre tinieblas,

buscando el amor a ciegas.

Cara y cruz de la moneda,

humano o sombra que medra.

 

Amor de naturaleza,

que entre sudores camina,

en equilibrio deambula,

buscando la línea recta.

Amor de nubes y claros,

de claroscuros que imitan,

de corazones que tiemblan,

amor de dolor y fiesta.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

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