martes, 18 de mayo de 2021

EN CUALQUIER PARTE QUE MIRAS.

Canción de cuna que calma,

palabras firmes que aquietan,

gestos que ofrecen promesas,

y miradas que en sus brillos,

prometen, llaman y alientan.

La mano tendida aprieta,

la voz que grita no piensa,

la garganta, que en su gritos,

mensajes de justos lleva.

 

Pobre la caricia mía,

que flotando entre los vientos,

quedó en la nada perdida,

cruzó mares, cordilleras,

se enamoró de una estrella,

y en el cielo dejó esquirlas,

de la pasión que llevaba,

caminos fue recorriendo,

dejó su impronta, sin prisa.

 

Y en el tiempo insoslayable,

que cambia la noche en día,

se fue quedando en los sueños,

pedazos del alma mía,

sudores entre las sábanas,

temores y pesadillas,

ideas sobre la almohada,

disueltas como la brisa,

proyectos que nunca fueron,

esencias entre vigilias.

 

La voz pautada se duerme,

como una extinta reliquia,

y una letanía se extiende,

entre suspiros que brillan.

Plácidas quedaron solas,

durmiendo en la lejanía,

aquellas suaves miradas,

aquellas tibias caricias.

 

Canción de cuna que besa,

sincera palabra prístina,

generosa mano auténtica,

que entrega, más no claudica,

mirada que abarca océanos,

de nobleza que cautiva,

voces, que siendo murmullos,

en verdades se prodigan,

amor que todo lo liga.

 

Pobre la palabra mía,

que entre los rincones rota,

se va quedando sin rima,

de tanto clamar justicia,

el amor se fue corriendo,

pero dejó la semilla,

otros amores llegaron,

de mañana y de puntillas,

a todas partes se extiende,

porque en todas partes brilla,

en cualquier parte que miras.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

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