La soledad viene a verte,
mientras el tiempo fulmina,
cada segundo que pasa,
el pensamiento transita,
la realidad se desfasa,
y la canción de la tierra,
responde con voz airada,
que conoce los secretos,
de la intransitable calma.
El miedo atenaza el sueño,
y la verdad se desarma,
la mentira se recrece,
para calmar la amenaza,
se difuminan los hechos,
la mente confusa cambia,
y lo que fuera real,
torna a visiones fantásticas.
La soledad viene a verte,
cuando es confuso el mañana,
la duda ensombrece el ánimo,
la tranquilidad se escapa,
y se suceden los hechos,
con notas desordenadas,
la voz ronca se conmueve,
músicas desafinadas.
El tiempo cuaja el silencio,
la calma chicha se aplana,
pero siguen dando frutos,
las experiencias pasadas,
los sonidos que te cercan,
que te llaman y reclaman,
son letanías del espíritu,
canciones que se solapan.
Entra en el sueño la idea,
sale al despertar el karma,
se van cruzando caminos,
repletos de encrucijadas,
y la soledad te mira,
como una fiel aliada,
el tiempo cruza la estancia,
como un tañer de campanas,
se despierta la mañana.
Sentida voz que te acuna,
cálida voz que te llama,
soledad que te reclama,
con susurros de añoranza,
perdido tiempo que pasa,
como una estentórea ráfaga,
suspiros como quejidos,
que de lo profundo escapan.
La soledad viene a verte,
de la idea acompañada,
con las luces y la sombras,
de una repetida estampa,
la mirada complaciente,
de una madre que te ama,
La soledad viene a verte,
a la verdad abrazada.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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