martes, 20 de julio de 2021

NO QUIERE EL VERSO.

No quiere el verso ser daga,

y tampoco ser martillo,

quiere ser fruta jugosa,

también, quiere ser sencillo,

que no sucumba al leerlo,

que susurre a todo el mundo,

como el viento entre las hojas,

que, al final, no quede en nada.

 

El amor, se queda oculto,

esperando entre los versos,

y acudir a la llamada,

cuando le reclame el cuerpo,

cuando la vida le llama,

cuando, en un hilo de voz,

le reclame un alma sabia,

cuando se abra el corazón.

 

Piruetas hacen los sueños,

que se acunan en los versos,

balanceándose en el ritmo,

que sigue marcando el tiempo,

estrafalarias diatribas,

deambulan como viajeros,

de extrañas ropas vestidos,

en sus pintorescos credos.

 

Que no se rinda el valor,

que no se vista lo auténtico,

con ropas de carnaval,

no caiga en la necedad,

lo valiente y lo sincero,

que no se haga fuerte el necio,

no se cubra la verdad,

de mentiras y aspavientos.

 

No quiere ser sable el verso,

no quiere ser un tormento,

ni quiere ser como el rayo,

solo, un fugaz aguacero,

no quisiera ser tifón,

solo una ligera brisa,

o una cálida sonrisa,

o, en justicia, un pescozón.

 

Miríadas de versos suenan,

miles de notas poéticas,

multitud de melodías,

y alguna que otra tristeza,

letras que hablan de justicia,

de amores, sueños, trincheras,

de penas que se forjaron,

y de nuestra Madre Tierra.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

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