En la profunda soledad,
dormita la verdad,
esencia auténtica,
bastión de libertad inquebrantable.
Cuna de la idea y de la duda,
refugio de lo fantástico y real,
vigía del pensamiento,
santuario del espíritu,
cuna de lo indomable,
horno donde se funden,
pasión y sentimiento,
la numen de los sueños.
Se ha creado la vida,
en la hermosa guarida,
donde el mundo es reliquia,
un embrión que palpita,
en la fértil corriente,
en el lazo patente que le anima,
en la sangre que pulsa,
en la verdad que habita,
lo material que es ánima,
lo ancestral resucita,
en la vida letal que se reaviva,
la materia mortal hecha infinita.
De pasión los rescoldos,
que flotando se excitan,
en la corriente efímera,
de lo que fue y se queda,
atravesando el nervio,
los nichos que quedaron,
de emulsiones antiguas,
palpitaciones íntimas.
Danza macabra y viva,
de seductora holganza,
enemiga del hábito,
rompedora de citas,
enamorada aurora,
amanecer que vibra,
de soledad autora,
de fragancias que olvidan.
Lleno el corazón de fantasías,
repleto ya de sueños,
vacío ya de envidias,
latiendo como el verso,
en su albedrío inmerso,
sintiendo lo que vive,
lo que añora y se olvida,
donde agrede la sangre,
donde el amor palpita.
Penacho de ilusiones,
la realidad que esquiva,
bofetada realista,
que los deseos dribla,
entre puertas y piedras,
entre efluvios y risas,
en las tibias canciones,
en la leve sonrisa.
Amor entre barrotes,
deseo entre costuras,
en el pulmón el aire,
que la gana vomita,
revolviéndose ama,
amando su estructura,
de libertad supura,
locura que gravita.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
No hay comentarios:
Publicar un comentario