Así por donde la cordura se conjuga con los acordes de tus laberintos,
me pierdo y aprendo a amarte, con la música de
tu intensa armonía,
y lo sabes, aunque no puedas comprender este
nuevo idioma,
aunque el silencio cuele los implícitos,
no hace falta lo dicen tus ojos que rompen en
un aluvión mi cuerpo,
así como cuando das un paso y sabes que no es
una vuelta de página,
aunque el misterio avale tu máscara,
yo te leo amor mío desde la distancia.
A veces siento el murmullo del silencio,
entiendo los espacios y un idioma que creo,
es tu amor el que me llena de pensamientos.
Sé que me lees, y sabes que te extraño,
que tu inspiración me vuelve inmortal.
Adoro esos espacios, donde puedo
penetrar con cada acorde de una música
que sueño bailar contigo,
y la distancia no sea sólo
un mito inalcanzable
y que pueda plasmar en tus labios
todo ese silencio implícito lleno de amor.
Así como cuando aprendes a vivir como hombre
sabemos que el tiempo nos muestra su sendero,
donde el corazón palpita como la misma Tierra
para mostrarnos que esta existencia es
efímera.
Así, como cuando aprendes
que el sufrimiento de amor
es el corazón quien recibe las heridas,
es el alma que hace de ellas un arte que
convierte en letras,
apaciguando el dolor en el dulce arrullo de
música y armonía.
Tienes razón amor mío,
pero no somos tan distantes
cada vez que te acercas
logro sentir a tu corazón,
y ya no es
una vuelta de página.
Estamos y aprendes a vibrar en una danza
inconmensurable,
las palabras sorprenden,
el sol quema hasta las astas más distantes
y tú desde la orilla
Aprendes a conocer lo que encierra el caparazón
de una mujer que a veces,
y solo a veces desvela el misterio de los
posibles puentes cercanos,
las huellas de un itinerario intermitente con
una rima que se hace continua,
y decide ser poema para gestar el aura de aquellas
instancias que nos unen.
Te espiaba leyendo tus versos cargados de
amor,
tal vez aprendía de vos, como espiar culpas y
dolores,
hasta tal vez dejando que mi alma también
aprenda.
Quién diría que esos puentes
tenían la misma dirección que mi existencia,
que pueda verte allí donde te inspiras,
en ese bello paisaje
donde mi sueño se despojó de todo mal,
y donde mi inspiración vuelve a verte.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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