martes, 10 de enero de 2023

ASÍ COMO CUANDO APRENDES ...

Así por donde la cordura se conjuga con los acordes de tus laberintos,

me pierdo y aprendo a amarte, con la música de tu intensa armonía,

y lo sabes, aunque no puedas comprender este nuevo idioma,

aunque el silencio cuele los implícitos,

no hace falta lo dicen tus ojos que rompen en un aluvión mi cuerpo,

así como cuando das un paso y sabes que no es una vuelta de página,

aunque el misterio avale tu máscara,

yo te leo amor mío desde la distancia.

 

A veces siento el murmullo del silencio,

entiendo los espacios y un idioma que creo,

es tu amor el que me llena de pensamientos.

Sé que me lees, y sabes que te extraño,

que tu inspiración me vuelve inmortal.

Adoro esos espacios, donde puedo

penetrar con cada acorde de una música

que sueño bailar contigo,

y la distancia no sea sólo

un mito inalcanzable

y que pueda plasmar en tus labios

todo ese silencio implícito lleno de amor.

 

Así como cuando aprendes a vivir como hombre

sabemos que el tiempo nos muestra su sendero,

donde el corazón palpita como la misma Tierra

para mostrarnos que esta existencia es efímera.

 

Así, como cuando aprendes

que el sufrimiento de amor

es el corazón quien recibe las heridas,

es el alma que hace de ellas un arte que convierte en letras,

apaciguando el dolor en el dulce arrullo de música y armonía.

Tienes razón amor mío,

pero no somos tan distantes

cada vez que te acercas

logro sentir a tu corazón,

y ya no es

una vuelta de página.

 

Estamos y aprendes a vibrar en una danza inconmensurable,

las palabras sorprenden,

el sol quema hasta las astas más distantes

y tú desde la orilla

Aprendes a conocer lo que encierra el caparazón de una mujer que a veces,

y solo a veces desvela el misterio de los posibles puentes cercanos,

las huellas de un itinerario intermitente con una rima que se hace continua,

y decide ser poema para gestar el aura de aquellas instancias que nos unen.

 

Te espiaba leyendo tus versos cargados de amor,

tal vez aprendía de vos, como espiar culpas y dolores,

hasta tal vez dejando que mi alma también aprenda.

Quién diría que esos puentes

tenían la misma dirección que mi existencia,

que pueda verte allí donde te inspiras,

en ese bello paisaje

donde mi sueño se despojó de todo mal,

y donde mi inspiración vuelve a verte.

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

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