Sembraste una ilusión que ha floreado,
en mi corazón echó raíces
y se nutre de mis palpitaciones,
la necesidad que es impasible me activaste
y debo buscarte todas las mañanas,
aquí a mi lado escuchando el trinar de aves…
y también la sed de beber de tus labios.
Tu semblante de luminosidad
laceró mi piel con las pasiones
que con ficción se presentan en mi corazón.
Alimentaste nuevamente las esperanzas
para alcanzar la claridad del cielo,
y avivaste al volcán de mis entrañas,
me indujiste amor y delirio,
y me provocaste cúmulos de sueños.
Ahora arranca todo eso de mi ser,
y lleva contigo a mis conmociones,
borra de mi alma todo el pasado,
y desvanece a todos mis antojos
hasta donde nunca yo vuelva a advertirlos
o viajemos juntos con el viento
hacia paraísos con cielos que estén provistos
de novedad.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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