con la seda de tus dedos
me hojeas y en mi lomo la palma de tus manos
conoce las texturas de mi dureza
que jamás he podido descubrir
soy libro y tu voz me lee en voz alta
-oigo por ti los silencios de mi alma-
amándote así descubro el arte de la vida
-en todos los minutos de mi existencia
apareces como santa de mi devoción-
y mi alma lastimada no halla
la guarida de su agresor
si fueras varón te contaría de mis idilios
cuando eres sólo tú la mujer de mi vida
tu capacidad de comprensión
me tiene ante ti de rodillas
y tus pupilas iluminan la oscuridad de mi
cielo
-en la proscripción lejos de tu calor
eres la patria que sueño retornar
para volver a pisar tu tierra-
sabes a fruta en su punto
-a pulpa ansiosa por ocupar mi garganta-
eres mi refugio y mi tumba:
mi yo -mi todo- mi amor.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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