Después de haber lanzado, la última carta el restos de las cartas se desaparecieron y todo en el lugar se evadia por un sinnúmero de cuerda mal tocadas tanto que su sonido era irritantante, mientras que la mujer del vestido rojo no dejaba de lado su seducción, la confusión en la casa era tan grande que los espejos se trizaban, mientras que las sombras se agrupaban cada hilo se cortaba, la casa se volvió muy grande que cada paso se escuchaba¿quien era la mujer de vestido rojo y que buscaba?.
Se llevó todas las miradas, y con el olor de su pefume y su labial deslumbraba, que demonio más hermoso de aquella noche, nadie sospecho que con su cara de ángel que, el alma les robaba.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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