Estuve buscándote en las calles de siempre y no te encontré.
Tu nombre pronuncié en la lejanía, esperando que el eco de tu ausencia apaciguara mi agonía.
Te busqué en otros brazos, otras pieles, en otros labios, y solo encontré
un cruel desengaño.
Aquí estoy, otra vez. Recordando tu presencia. Recorriendo las calles que llevan a tu partida.
He vuelto a mirar otra vez aquella casa, ¡Oh Dios bendito!
Aquella casa aún conserva tu recuerdo, todavía guarda tu aroma, tu risa y tu silencio.
Esa casa me ha visto pasar durante años, haciéndole compañía al saber que te fuiste y que nunca te despediste.
Me ha visto permanecer en silencio, recordando la noche del beso que mi timidez codiciaba, pero que nunca te dio.
Me mira desfallecer y derrumbarme en mis adentros al saber que la abandonaste y que de mi vida te marchaste.
Estuve buscándote, pero en realidad, ¿cómo se encuentra a quien nunca se despidió?
Aprendi a valorar quien eras perdiendote.
Pero dime, vida, ¿Como confesarte que te amo si nunca fuiste mia?
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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