Recuerdo aquella tarde
en que llegaste a mi puerto,
mi alma sólo esperaba
que arribaran tus besos.
Recuerdo tus ojos negros,
clavados en mis pupilas,
se hizo mi cuerpo preso
de tu adorable sonrisa.
Recuerdo que se detuvo
el tiempo entre la brisa,
todo mi amor se hizo tuyo
al sonrojar tus mejillas.
Recuerdo aquel galopeo
del corazón en mi pecho,
mi cuerpo sólo temblaba
frenético y sin sosiego.
Recuerdo que te acercaste
en un suspiro de tiempo,
corriendo hasta mi boca,
robaste todo mi aliento.
Recuerdo tu tibio cuerpo
balanceado en mi pecho,
tan sólo por un segundo
yo supe lo que es el cielo.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
No hay comentarios:
Publicar un comentario