La vi entrar al bar,
A una mujer vestida de rojo
Ámbar, a la par de sus ojos azules
Que me hacía palpitar el corazón.
Sus labios pintados por acuarela con un bálsamo
color azahar.
Quise probar al destinó desafiar.
A la suerte después de tomarme esta copa de
vino.
Desate de una botella llena con los mejores
versos para así robar de ella una mirada que me hiciera tentar en soñar con
aquella mujer.
Hasta podía añorar con aquél beso ese que me
hiciera preso. Pudiera hasta sonrojar el ánimo.
En el amor soy anónimo de su imperceptible
mirar como cautivar aquella figura indescriptible como podría descifrarte con
sólo mirarte si eras arte puro...
Arte en esencia que poco a poco acaba con mi
paciencia,
¿Cómo poder entenderte si ni tú misma te
entiendes?
Si el amor fuese al menos, una rama de la
ciencia,
habría pasado más tiempo estudiando las
lecciones
y aprobaría este examen sin muchas
complicaciones.
te vi entrar como cada día en aquel bar, dibujaste
una sonrisa tímida y veraz
Bebí mi café con sabor amargo preguntándome el
por qué,
Y entendí que mis ojos estaban perdidos en ti,
Dejé un beso carmesí en el pasillo, dime
mañana si lo recibiste
O dame una señal de por qué por años nos sonreímos
en este bar
Porque a mí ya me duele sonreírte y no
conocerte.
Y a mí me duele mi amor hasta nombrarte,
porque a través de esta enorme distancia,
es del todo imposible poder acariciarte,
sentir tu calor... oler tu fragancia ...
estrecharte en mis brazos y besarte ...
¿cómo hacerte el amor en la distancia ?
Un juego de desafíos, entre su perfume y el
corcho
Que desata el aroma vino de cuerpo elegante y
gordo
Si me capta su atractivo, la cautivara lo
fino?
Se sabrá pronto en su vigiloso rostro.
No se aparta ninguno de la barra y aun le abren
camino
Al tren de su vestido y su cabello de remolino
A su rubor primavera y sus labios pintados
escarlata
Y yo vestido de negro, como consorte de la
noche, como amante asesino.
Sacudo mi saco y con elegancia arreglo mi
corbata
Ensayo mis palabras, pues se merece toda
caballerosidad como serenata
No alcanzo escuchar más que una risilla, con
la ida de sus tacones
Así sin más mi concierto se volvió en sonata.
Pero ni pensar todo está perdido, dama de
noche, quedo su labial en su copa de vino
Dos labios bebidos, tan pequeños, tan fino
La bebida me ha vuelto masculino, pero esta
noche me ha vuelto usted un niño
La volveré a ver sin duda, porque a propósito
me ha dejado migajas de perfume y vino en su camino.
Decir adiós es difícil,
renunciar a lo amado es difícil.
Peor que el adiós y la renuncia es la
incertidumbre.
Anhelar algo al alcance de la mano y no
atreverse a cerrar la mano para adquirirlo y detenerlo.
La volveré a encontrar cualquier día en el
bar,
se volverán a cruzar de nuevo nuestras
miradas,
tal vez ese día sea capaz de atreverme a
hablar,
todo lo que no fui capaz de decirla esa
mañana.
Es que nadie le había dicho qué mujer de Rojo,
es una mujer perfecta que no escatima en
arrojos.
He visto a muchos Adanes, que desvían el
camino,
para oler un perfume y, a eso, lo llaman
destino.
Yo no sé ni que decir de los varones
venáticos.
No miden los riegos y buscan finales
dramáticos.
Mi consejo, si se puede, siga su camino
hermano.
No piense en sus besos aunque sea cosa de
humanos.
En este bar imaginario,
en donde soñé tu silueta,
tu reflejo extraño en mi vaso,
el sonido de tus pasos.
Esa estratagema de la vida,
por buscarme compañía…
¿Eras tú la mujer que adoraba?
¿Eras tú el delirio que el alcohol alimentaba?
Seguiría tu consejo de continuar mi camino,
porque la vida me lleva por absurdos
derroteros,
pero a menudo quien manda es nuestro propio
destino
y le daría la espalda a millones de "te
quiero"
Un perfume de mujer entró al bar
destapando botella de deseos,
corazón inquieto late en jadeos
porque muy cerca a mí logró pasar
Su vestido me comienza a drogar
al ver ceñidos sus buenos trofeos
pues marcan el camino sin rodeos
para el cielo y el infierno alcanzar.
Luego me mira como a una presa
y sonriéndome pronuncia, ¡Hola guapo!
con bellos labios escarlata y fresa;
y yo me pregunto ¿Cedo o me escapo?
no obstante la sigo ¡Vaya sorpresa!
aunque después me deje como trapo.
La mujer del bar, es indescifrable.
Con su rojo vestido, y su mirada distante
suscita comentarios.
Está allí, bebiendo su copa de champaña.
Ajena al bullicio,
concurre todos los días, al atardecer
y permanece en soledad.
Su personalidad serena se destaca.
Esconde un misterio.
Espera a alguien que no llega.
Tal vez lo espera en vano.
O tal vez ese alguien está allí,
o estuve en ese bar hace tiempo,
y ella sí, se reúne con él,
todas las tardes.
La mujer del bar venía de rojo
Yo algo cojo pero con arrojo
Me arrojé frente a sus piernas
Parecía una escena de caverna
Le pedí una moneda que creí que pedir besos
era mala ocurrencia
Sacó con mucha paciencia de su bolso, también
rojo, y unas monedas las que dispuso en mi man
Luego me fui con alegría tierna
Al menos dos monedas más se perdió en la guerra.
Ella estaba en ese bar
ahogando negras penas,
sus lindas piernas morenas
invitaban a pecar.
Sólo le pedí bailar
como todo un caballero
más me vio cual callejero
juzgando por mi vestir;
y yo no quise insistir
por medirme con dinero.
Poderoso caballero es don dinero,
pero en cuestiones de amores
es mejor que lleves flores
y no lleno el monedero.
Seré Directo...
¿A quién no reconforta una puta?
A los desdichados, a los tarados, a los locos
y desocupados...
Conforta al hambriento, al sediento de poesía
paga, al esparpajo que se siente maltrecho, al desposeído, al incauto, al feo,
al aborrecido.
¿A quién no reconforta la puta del bar?
¡Son la Felicidad...!
Para el desalmado un Vino,
para la Puta del bar, un desalmado.
Absorto como estaba, perdido en mis
pensamientos, ella estaba ahí, con dulce voz me dijo que deseas tomar.
Vestida de blue Jeans, camiseta blanca algo
ceñida, un par de tenis blancos, un cinturón de cuero, cabello recogido, un lápiz
y una libreta-
Aquel hermoso ángel el cual miré, sus senos hermosos,
sus caderas de fantasía, sus cabellos de azafrán, tomo mi pedido y no la volví
a ver jamás.
Sera que a la mujer del bar
la pusieron de muestra como tal
y hoy ustedes la van a juzgar
si la pobre a nadie hizo mal
de lo dicho yo me deshago
llegué hasta aquí por un trago
para juzgar tenemos juzgado
quien tire la primera piedra
después que se suba al estrado
pues mis versos ya he terminado.
No fueron sus ojos, sino su esencia, el que al
final de todo alteraba mi presencia.
Fugándome a mi casa con tu cara en mi cabeza
pensándote, extrañando, aquella dama fantasmal
de la que no podía escapar.
La volví a buscar, no en el bar si no en mis
sueños, si no era dormido , me acompañaba en mis desvelos.
¿Es una obsesión o es amor? Pensé. Pues la
soledad me consumía y no había nadie quien me llenara de placer.
La mujer del bar nunca más apareció, fueron el
fruto de mis fantasías por quien ella existió.
Ella nunca fue real comentaban las personas
que habitaban en el bar.
Su recurrente espejismo fantasmal acompañaba
mi soledad.
Nunca estuvo presente más que solo en mi
mente, consciente que los días los pase como tan solo un demente.
Deambulando por aquí por allá , en diferentes
bares la encontraba y jamás me le pude acercar.
La invente a mis necesidades, la necesite por
mis malestares, más sé que no existió ni existirá, más que en mi mente y en mi
cabeza que ahora deseo arrancar.
La vi entrar y supe que ningún alcohol tenía
esa graduación, supe además que hasta los cubitos de hielo se derretían y era
imposible hacer un coctel, porque ella era el coctel, hasta las burbujas
efervescentes eran las miradas hacia ella.
Se marchó tal como vino y desde aquel día el
bar quedo huérfano y difuntos los ojos de todo aquellos que la vieron una vez.
Evoco las noches de alquitrán
con tu figura allá a lo lejos,
en sobrio aire muy bermejo
y sin importar el qué dirán,
de bardo, bohemio y galán
te regalé mis mejores versos,
ajena al Cosmos y Universo
dedicada a tu mundo del bar,
sin reproches por trasnochar
me vi en la bebida inmerso.
Y así sin más su roja escultura daba sepultura
Pues a la indecisión perenne mía mato sus
labios escarlata
Asesino socavando polvos; ella se sumió en el
infinito
Y junto con los astros ahora ella ha de estar
Ya no usa aquel vestido más desnuda ella baila
sin parar
Ahora es prostituta de sabiduría , pues a todo
arrima
Prostituta de libros canela , de bibliotecas
Dejando a lo eterno el lamento de un quizás
mientras ella disfruta el efímero presente
Mas yo aquí en tierra, de alguna manera
encontré mi existir
Dejando a las cuerdas el dolor y con papel me
ha de desvivir
Nunca saboree su alma sin embargo yo acepte
que ambos no nos podíamos disfrutar.
Llegué hasta la cantina con ánimo de verla
Su rostro de amapola brillaba al resplandor…
De la amplia chimenea con luz de madreperla
Que mágica besaba su frente de rubor.
No me miró siquiera no obstante yo la quise
Cual quieren viejas playas las olas al rumor…
Del cántico marino, quizás su rostro hechice
Mi espíritu amarrado de su cabello en flor.
Llegué y entre cerveza libaba su alegría,
Y la melancolía de mi alma se adueñó…
No obstante, la miraba sentía que era mía,
Mi ser se enternecía con ímpetus del yo.
Llegué hasta la cantina mientras que el rojo
vino
De su alma se adueñaba cual sangre del dolor…
La vi y aunque no quiso la traza del destino
Mirare yo la admiro con indecible amor.
En el bar lleno de gente
que toma y que baila,
que ahoga las penas
creyendo sin miedo
que todo se arregla
hablando a las chicas
cerca del estaño
tomado algún coctel
haciéndose amigas
que todo lo pueden
mientras que la farra
en la noche siga.
En aquel bar estaba mi destino
cuando entré estaba solo, triste, desorientado
había perdido para siempre un gran cariño
mi risa lloraba, con Dios estaba enfadado
allí llegó una mujer hermosa como una Diosa
como la que jamás podría haber imaginado
me enamoré de ella como un niño
que pureza y candor se ha ilusionado.
No pude evitar abordarla
pero la tristeza volvió a mi lado
¿Será acaso que aún el amor no estará a mi
lado?
no pierdo la esperanza de volverla a ver
y su pasión llegar a conocer
Luego de mucho charlar
por fin el día llegó.
Nuestra cita… en ese bar
con historias a montón!
Como soy hombre puntual,
media hora antes llegué,
y buscando un buen lugar,
a lo lejos observé…
La mesa más ideal
y a poco allí me ubiqué,
mientras rosas de un rosal
trepaban una pared.
Se aproximó el camarero
que amable me saludó,
a lo cual, le dije, espero
a una dama, por favor…
Aguarde usted a que llegue
para hacer nuestro pedido,
seguro muy pronto viene,
ya lo verá amigo mío!
Se marchó sin objeciones
y yo con nervios, mirando,
para todos los rincones
pues quien estaba esperando…
Era al momento una voz,
dulce, sensual y preciosa
que si bien se describió
en pláticas armoniosas…
Eso sólo conocía
pero con ello bastó
para ir a verla aquel día
con una gran ilusión!
Además por otro lado,
ella en igual condición,
mas ambos obnubilados
por tantas charlas de amor!
Fue un domingo de mañana.
Un bello día de sol.
Mil pájaros que cantaban
melodías a montón.
La hora se avecinaba,
todo mi cuerpo, un temblor,
mi corazón palpitaba
tan fuerte como un tambor!
Gente que iba y venía,
adentro y fuera del bar,
de pronto, justo en la esquina,
en la entrada principal…
Mis ojos paralizados
y sin dejar de mirar,
quedaron como hechizados
ante tal preciosidad!
Con un vestido pastel
lleno de flores del campo,
sus ojitos color miel
y exuberantes encantos…
Se la notaba perdida
observando a todos lados,
mientras mi yo me decía…
Es ella, tu Ser amado!
Me levanté suavemente
y un gesto le propicié,
y al responderme sonriente,
la verdad… Me desinflé!
Era tanta la emoción
que no puedo describirlo…
La Mujer del Bar, sos vos…
Mi amor y mi eterno idilio!
¡Ah! silueta difuminada, desperté sintiendo
ausencia del gran sueño que añoraba, en sombras diluidas del paraíso se
evaporaban
al bostezo y limpieza de mi rostro, luego
nada, nada, nada.
La tristeza y vacío se agolpó en quien no ha
salido de su propia caverna.
Me cuesta pensar que no he vivido, que ni
siquiera nos hemos atrevido…
¡Oh mujer de mis entrañas!, de añoranzas de
amar en el servicio de un bar.
La mujer de aquel bar,
era con nosotros muy amable,
nos miraba sonriendo,
nos decía sois una pareja admirable,
era un bar-bodega donde íbamos,
era sencillo, acogedor como de familia.
La mujer del bar era humana,
trataba a su cliente con el alma.
Ahora en su lugar pusieron una máquina,
nos sirve el café en un vaso de plástico
y automáticamente nos da las gracias,
el vaso es pequeño y el café es un asco
pero aún seguimos yendo todas las mañanas,
solo porque nos recuerda a la mujer de rojo.
Ella es una mujer
Igual a todas
de la tribu mujer
Hija, hermana, madre
abuela quizás,
Pero trabaja en un bar
como muchas
como pocas
Algo que la etiqueta
como a muchas
como a pocas
Ella es igual a todas
pero la llaman mal
la mujer del bar.
La mujer del bar no siempre es puta señor Joan
¿Así se vista de rojo, porque la vileza ataca?
Aquella que te sonríe con sus labios de grana
Es la mujer que describe el poeta Cogollo
Ayala
El que es capaz de tratarla despectivamente
Ni porque fuera parido por la mismísima hiena
Fue una mujer quien nos cargó en su vientre
Para que la maltrate un machista de mierda
La mujer del bar puede ser la mujer ideal
En el corazón de un hombre de mirada tierna
Como la describe el verso de un poeta real
Justo Lualpri ternura en tus letras muestras
Fuera el machismo grosero e indignante
De los que con sus letras hieren la ternura
Vestida de rojo, minifalda y tacones altos
De mirada sensual y oídos para la amargura
De aquellos que llevan al bar sus fracasos
Muchos llegan al bar a tratarlas como basura
Que esperar si de inteligencia son escasos
Porque el que agrede una mujer se le augura
Devolverle su propio excremento a su paso.
Esa mujer del bar
por necesidad
allí esta, viste
de rojo para tapar
su esmero y así poder
pasar un noche más,
sin poder ocultar
lo que la lleva
a estar en ese lugar.
Muchas veces voy así ... de bar en bar,
de lugar en lugar, de copa en copa,
termino con mujeres que se quitan la ropa...
pero que en realidad no me hacen enamorar.
Lo extraño era que de la mujer del bar
Nadie sabía quién era,
Si era otoño, primavera,
Verano, invierno nadie lo sabía.
Ese era su gran misterio
Donde vivía donde dormía
Y quienes eran sus amantes pasajeros
Que con ella huían tras el bar donde
Había un agujero.
Ni santa, ni casta, ni pura,
ni puta, ni mujer barata,
talvez enamorada, o, quizás rozando la locura
yo soy la mujer de escarlata.
La que ofenden los que han recibido mis
rechazos,
y la que aman los que han encontrado paz entre
mis brazos.
No hay reproches en mi vida,
voy segura de mi andar,
no hay miedo en mi camino,
y hay historias de amor ocultas
que retumban en aquel bar.
Los motivos de mi presencia
aquella tarde de lluvia,
era solo un trago, talvez dos,
y revivir mi alma cansada y mustia.
Ante terribles ofensas
jamás desviare la mirada,
nunca bajaré mi frente,
jamás negare quien soy,
aun, si no me comprende la gente.
Lo único que admitiré
para mi propia defensa,
es que de ti me enamore,
cuando entré por esa puerta.
Y por este amor que siento,
que me sigue y me atormenta desde hace ya,
algún tiempo,
y que
no me atrevo a confesar.
Me verás, todos los días,
con mi vestido rojo, mis tacos de aguja
y mis ojos llorosos,
sentada en aquel bar.
¡Alto! resonó mi corazón en eco..
Mirad como pasa la bella Dama
Hermosa, y alta y galante flama,
Esbelta y garba, como la flor soñada,
Alto! Mis ojos murmuraron en reflejo
Mirad la octava maravilla frente a la casa
Como aguarda mi despertar al alba.
Alto! Y voltearon miradas en manadas
Pasa la estrella, solitaria de mi universo
Llena de finas pinceladas del tintero
Alto! En tono alto cantó el tenor ligero
Y tono grave mi quedó mi corazón austero
Y así calienta mis días mi noche la bella da.
La noche caía, hacía frío, entré a un bar de
paso, olor a cigarro, a licor, entré a media luz, quede paralizado al verte … !
¡Ahí estabas! ¡Si ahí estabas!
Después de tantos años, te encontré sin querer,
esta noche estabas aquí ... cuando te vi, estabas sola con tu copa, sumida en
tus pensamientos, me quise acercar, te quise hablar, te quise saludar.
Por un momento tuve miedo, sentí un escalofrío
recorrer de pies a cabeza, estabas ahí, tan cerca de mí, mi chica del bar.
Muchas noches soñé con este instante, se
vinieron a mi mente todas nuestras travesuras, nuestras promesas, se me vino a
mi mente nuestra primera entrega donde los dos estábamos nerviosos, donde dos
almas inocentes, entregándose al placer del amor.
Estabas ahí solo te acompañaba tu copa de vino
y tu cigarro, una vieja melodía sonaba desde la rocola.
No notaste mi presencia, yo seguía
observándote, sin saber que hacer ....
Alguien se acercó a ti, como si lo estuvieras
esperando, te dio un beso, tú te levantaste, lo abrazaste y te fuiste con él.
Mi chica del bar, te vi y ... otra vez te
perdí , o nunca te he tenido ? ... regresaré mañana, ojalá te vuelva a
encontrar.
No tiene lógica ni razón de ser
para un mundo civilizado,
que a la mujer haya empujado
a ese tan innoble quehacer,
a todas estas se debe reconocer
están en deuda con la moral,
para los que asisten a un bar
en lugar que, al templo o iglesia,
ejemplar la lección en Suecia
pero cuesta caminos rectos andar.
la mujer del bar está preciosa
he oído que le dicen lady bar
como mi leidi pero es otra cosa
suena más bonito leidi bar.
No escatime en mis palabras, cuando la llamé
"puta", ya que ella estaba de puta madre. Sin embargo, su sola
silueta se me asemejaba a una puta pena, ya que bajo ese atuendo escarlata, se
encontraba una verdadera mujer apasionada, quien en las noches a un frío amor,
que tal vez nunca llegaría, lloraba. Y así, de brazos en brazos, ella tampoco
escatimaba en su amor, esperando que, algún día, alguno de aquellos brazos, la recibiera
con las mismas ganas.
Entre el humo,
colores trashumantes y siluetas antojadizas;
eres lo único real que miro
tras el cristal
de mi copa;
y me pregunto si estás a mi lado
o únicamente te evoco
entre la confusión que me trae tu nombre
y tu recuerdo...
Tu recuerdo...
ella me dijo,
que somos polvo de estrellas
mientras las esquinas de sus labios
me trepaban por dentro.
Y afirmaba, que el silencio
no existe,
es ... una quimera
que los latidos ,siempre suenan
pero andamos despistados.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri