A MI AMADA.

Mujer de profundos quereres,

De alma encerrada en jardines prohibidos,

De casta y de raza como las Diosas,

De aromas que embriagan,

De francas miradas,

De tristezas pasadas,

Y amiga donde las haya.

A ti te dedico mis versos

Que por bonitos te hacen justicia,

Que por no brillantes descubren tus risas,

Que aunque no los leas te sigo queriendo,

Pues eres la mujer que yo deseo,

Y sin proponértelo entre dedos te escapas.

Sé que me quieres,

Sé que me amas,

Sé que sufres cuando miras tu lecho,

Y estando vacío esperas con ganas

A que despierte el alma

Y mi presencia sea tuya hasta rayar el alba.

Eres brillante como mujer y con resplandor en el alma,

Radiante y perenne como agua cristalina,

Bonita tu boca, bonitos tus ojos,

Bonitas tus manos y bonita tu estampa

Que diminuto me aleja

Cuando al mirarte se me cae la baba.

Tu paso altanero, tus rizos dorados,

Tus miradas cómplices si nos miramos,

Te siento tan cerca y a la vez tan lejos

Que tu condición de Diosa,

Me hace temer que a lo mejor te pierdo.

Sé que no es bueno que tenga temores,

También que te quiero como a ninguna mujer,

Pero ese remolino me marea y me acerca,

Aunque también me aleja,

Y por lo mucho que lucho contra la adversidad.

Mi alma es mortal, mi cuerpo está preso

Y mis ansias unidas a esa cadena.

Quiero decirte que te Amo,

Que estés donde estés,

Que como hombre quiero tu asientan profundo

O a quién quiera contarlo,

Que me ahogo diciendo lo buena que eres,

Cuando de mis me cuidas sin ninguna duda,

Que mis ansias templas,

Cuando confidente de mis versos,

Escribo en renglones torcidos,

Me escuchas y me mimas,

Y con gran interés ves que no sufro,

Cuando callas humilde mis muchos fallos

Y mis grandes errores que sé que son dolores

Como cuchillos que se clavan en tu alma limpia.

Por tantos regalos que me das cada día,

Te ofrezco mi mano y mis ansias,

Mis días y mis noches amigas,

Mi corazón, mi vida y lo que tú me pidas,

Diosa y Doncella de mi corazón,

Que el destino ha querido bien que seas tú

LA ÚNICA MUJER QUE DE VERDAD HE AMADO.

Autor
Antonio Carlos Izaguerri