domingo, 28 de agosto de 2016

TÚ MI VIDA Y YO TU DESTINO.

Me despedí de ti dulcemente
Con un beso cibernético muy suave
En el sitio de tu anatomía que más te gustase.
Me fui como las estrellas errantes
A buscar nuevos paisajes resplandecientes
En ese lugar mágico con doce amaneceres, irisados de colore.

Alcancé la íntima morada del refugio de mi alma
Y mi espíritu se sintió en medio de tanta savia nueva.
Así reiné en los árboles del “bosque de los sueños”,
Pero me notaba sólo en medio del olvido,
Hasta que un ave me trinó noticias de tu estrella
Y su aliento me trajo suspiros de tus besos.

Entonces, este corazón que guarda tantas soledades,
Tus ojos verdes recordó al recordarte.
Tus labios los sintió como caricias ardientes
Que luego fueron labios abiertos en los misterios de mis doce noches,
Y entre crepúsculos sensuales que alivian mi cansancio,
Voladoras fantasías me llamaban de dichas infinitas.

Te soñaba de muchos modos y maneras,
Sentía que tú eras montaña y yo llanura,
Que tú eras el camino y yo tu huella,
Tú la mañana, yo la noche,
Tú en mis brazos, yo en los tuyos
Hasta que llegáramos al beso más profundo.

Los dos distintos pero juntos,
Sin final ni principio,
Más allá del tiempo,
Tú mi vida y yo tu destino,
Dos corazones latiendo al unísono.
Un todo invisible.
El sueño del séptimo cielo.




Autor 
Antonio Carlos Izaguerri 

ESTABA PENSANDO EN TI.

Estaba pensando en ti
Y tú lo sabes,
No podía sacarte de mi cabeza.
Tú estabas allí,
Viva, sonriente,
Sentada a mi lado
Y yo observándote.
Girabas como remolino
En mi nebulosa,
Te veía aquí, te veía allá.
Tú serás, por siempre,
El ser más hermoso del planeta,
Mi amada, perdida y alborotada,
Tu sonrisa, luz perfecta,
Envidia sentía
La Luna menguante
Con tanta belleza
Que emana de su rostro.
Su cuerpo,
La más libre gacela
Camina flotando sobre sus pies,
A cada paso suyo
Un renacimiento.
Figura perfecta,
Deseada, niña madura,
Inocente y dulce,
Niña viva.
Sabe y conoce,
Entiende lo bueno,
Borra lo malo,
Ella decide.
Ella,
Coqueta y gentil, alegre.
Qué dulzura verla
Bailar con el viento.




Autor 
Antonio Carlos Izaguerri. 

EL OTOÑO DE TUS OJOS.

(Dedicado a mi primer amor)


Cuando te vi por primera vez,
Supe que en aquellos espejos 
De cálido septiembre 
Vería dormir eternamente 
Las hojas de los árboles 
De mi alma. 
Eran aquellos cristales translúcidos 
De fulgor inefable, 
Los que brillan como el rastro incandescente 
De una estrella en el cielo de una estrella 
En el cielo de mis sueños, 
Aquellos reflejos de otoño 
Amanecer y ocaso de mi pensar, 
En los que tocaba la nostalgia 
De un piano enternecido 
Por la dulzura de tu mirar, 
Tu mirar de dulce recuerdo, 
Y en mis versos callé siempre 
que el color de mi poesía 
Eran tus ojos, 
Y que la inspiración 
Que nunca le faltó a mis letras 
Era simplemente pensarte, 
Pensarte como lo indecible, lo prohibido, 
Pensarte y amarte 
Como nunca antes 
Se había escrito, 
Pero ahora sólo encuentro en ti 
Esta soledad que me llama desde lejos, 
La misma que me sigue y me culpa 
Por entregarte mi silencio 
En lugar de esta nota, 
Aquella que me vio nacer en tus ojos 
Y yacer en tu memoria. 


Autor 
Antonio Carlos Izaguerri 

domingo, 7 de agosto de 2016

ESPERANDO EL OTOÑO.

Se aproxima el otoño amor,
El verano ha empacado sus cristales,
Su grave acento de polvo y fuego.
La alta fronda va mudando su piel reseca
Y al girar sus páginas el grimorio de los tiempos;
Estalla la diáspora verdina
Junto prodigio de los pájaros.

Amo el otoño
Y su gregario vuelo de espesura
Como amo las primicias recogidas
En nuestras manos …
Esta lluvia ligera
Como un suave péndulo de alturas;
Cigarras de ámbar,
Eslabones de cuarzo,
Cascaritas de nácar.

Tus ojos en sepia
Sostienen un mundo a media voz,
De hondos suspiros.
El tiempo ha callado su vocablo
Y nos conmueve en un abrazo silencioso,
Y mis manos van creciendo de sosiegos,
Como tiernos cabellos se diluyen en tus pómulos
Se apoderan de tu boca
Para que no se escape mi nombre.

El vino se ha llenado de copas
Hecho de desnudez y de amor
Acelera el pulso de la tarde.
¡Este es nuestro balcón bajo el cielo amor mío!

Enredado en sus caireles
El viento arremolina
Las estrellas del sauco
Al fondo del jardín.
En el viejo columpio
Se mesen las trenzas de la soledad,
Y en su vaivén impávido van cegando el cielo,
Ya maduros los frutos de las nubes
Licenciosos descienden a la tierra.
El jazmín en un pacto con la lluvia
Nos brinda la promesa
De alcanzarnos un mañana
Con su milagrosa sonrisa
De dedales blancos,

Y es que yo te esperaba
Desde antes de estas cosas amor,
Tus besos nómadas se disuelven en mis mejillas,
Y siempre vuelven tus pasos
En el traqueteo de la lluvia.

Las alondras del peral
De han dormido en la corteza de su abrigo,
Y tú tan mía de nuevo,
Transitas en las cuerdas de la ausencia
Por los hilos del agua …
Dejas al borde de mi copa los signos ocultos de un beso.
¡Es que eres tan mía!
Como estás lúdicas semillas
Que vienen nuevamente
A nidar entre las hojas
Como el bendito sueño de las hadas.




Autor 
Antonio Carlos Izaguerri 

NO SÉ DECIR ADIÓS.

Perdón, pero no sé decir adiós,
Mi amor no se ha ido a ningún lado,
No se mueve del corazón,
No sabe de despedidas ni de lazos rotos.

Perdón, pero no sé decir adiós,
Mi corazón cuando se trata de ti,
No sabe de despedidas,
No busca más opciones
Ni quiere otras alternativas,

Perdón, pero no sé decir adiós,
Si en algún momento tuviera que marcharme,
Seguro que como las olas regresaría a tu playa,
Como el náufrago busca la orilla.

Puedo buscar mil salidas,
Mil puertas, mil alternativas …
Pero aún así regresaría.
Perdón, pero aún no sé decir adiós.




Autor 
Antonio Carlos Izaguerri 

ENAMORADO DE TU DESDÉN.

Arañando a la esperanza
Iré rozando a un tal vez
Quiero vencer tu altivez
Y comenzar mi venganza.

Me cobraré con tus besos
Cada lágrima vertida,
Cada pena, cada herida
Que sufrí por tus excesos.

Sólo falta pensar que regreses
Para poderme vengar,
Y si no has de regresar,
Ir yo por ti, ni lo pienses,

Mas confieses que también
Me hice a tu desprecio,
Que pagaré cualquier precio
Por gozar de tu desdén,

Porque así me enamoré
Viéndote como a una diosa,
Una frágil mariposa
Que vivir sin ti … ¡No sé!




Autor 
Antonio Carlos Izaguerri