Cóncava la palabra inerte
de veloces caballos al galope
agua pasada, que en el tiempo
fluye, perforando la herida
con la rueda, paloma que anillada
vuela, entre cordura transitoria
muevo, con mis débiles manos
la noria, para sacar del pozo
las lágrimas, que escritas
sobre el papel, hacen historia
paso de la soledad a los metales
muda la hoja del árbol se cae
en el umbrío bosque de mi memoria
perforando la vena de mi sangre
risas de estrellas, música de olas
que en el recuerdo hacen teatro
representando una comedia de gloria
anfiteatro del alma que descansa
en la desmesurada alfombra de tu pecho
la luz de la verdad cambia las cosas
apagando la sed, con mil palabras
¡Si cayeran las estrellas derretidas!
en el oscuro pozo de mi fragua
allí las guardaría para siempre
mi mano temblorosa alienta
el dolor de las voces invisibles
del pecado que me atormenta...
Obsesiones y angustias me abren la puerta
siento miedo, la calle desierta
florecen los claveles y geráneos
en arreátes y macetas de mi patio
se desespera y gime sin ayuda
el corazón que pide limosna
de puerta en puerta...
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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