Ignoro si también usted ignora
que sólo por usted amor respiro;
¿ignora, cada vez que yo la miro,
el rojo de mi rostro, cómo aflora?
No importa que se muestre seductora,
tampoco cómo luzca, yo la admiro,
responde holgadamente a lo que aspiro:
amarla, cual merece usted, señora.
Si fuera usted, amor, mi enamorada,
y fuera de su amor correspondido,
el día junto a usted sería fiesta.
La busca inquisitiva mi mirada,
y sigo esperanzado y aturdido,
y sólo su sonrisa por respuesta.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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