“La palabra del sentimiento,
el sentimiento de la palabra...”
El sentimiento no es mudo
pero se expresa por signos,
por gestos o ademanes,
es parco, prefiere deslizarse por una lágrima
o temblar en una mirada.
A veces se asoma a la garganta,
pero vuelve a las profundidades,
cegado por la luz
o
ensordecido por los silencios,
tiembla, se esconde
y a
veces muere de inanición
antes de pedir un corazón prestado.
La palabra es una hembra pletórica,
puede ser dulce o amarga
brillante o apagada,
amante
o celestina
pero
siempre brilla con luz propia,
es la mujer de la mil caras,
poliédrica, misteriosa, fugaz o redundante,
con los brazos abiertos a quien quiera
fecundarla.
Cuando el sentimiento y la palabra se abrazan
se
produce el milagro,
de su acto de amor nacen la poesía,
el
misterio y la pasión,
la música acompaña su cósmico baile
y las letras
forman nebulosas de fuego
que giran preludiando el milagro.
Todos tenemos sentimientos
y todos
atesoramos palabras,
pero solo unos privilegiados
consiguen hacerlos danzar en el firmamento de
la vida
y hacer
que nos hagan mirar al cielo
como si en verdad hubiera un cielo.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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