domingo, 3 de mayo de 2020

INTERLUDIO.

Una rendija de luz,
entre tinieblas palpita.
Una liviana premisa,
para llegar al final.
Una prematura risa,
para luego carcajear.
Flor que se asoma a la brisa,
para luego reventar.
Esperando en el zaguán,
vive el deseo aterido,
espera poder entrar,
en el sagrado recinto.
Un arrebato imprevisto,
la sutil preparación,
para dar el paso último.
Temblor antes de empezar,
en el cenit resumido.
Murmullos que dejan paso,
a palabras sin sentido,
palabras que vociferan,
en la antesala del grito.
Susurros que no se atreven
a dar su último impulso.
Amor que queda a la espera,
para encontrar su fin último.
Se van quedando apilados,
los anhelos y deseos,
presos como afables reos,
esperando la salida.
En la antesala del tiempo,
donde se forja el viajero,
la mente se va curtiendo,
para afrontar la partida.
Un entreacto entre las notas,
como un cálido suspiro,
que se cuela en la armonía,
para dar vida a la vida.
Una mueca que es la mofa,
de una ladina sonrisa.
Un delirio entre dos sueños,
que va tornando en reliquia.
Amor en el interludio,
expectante entre caricias,
esperando en la corriente,
de su deseo sanguíneo.
Amor pendiente de un hilo,
que se diluye en la brisa.
Amor que queda prendido,
de otro, que ansía su venida.







Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

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