jueves, 18 de junio de 2020

BARQUITO DE PAPEL.


El céfiro nórdico reciamente soplaba,
tañendo las notas más lúgubres en su laúd puritano,
Orlando con un tintineo en un silente terciopelo
una grácil, límpida y sutil obra poética, en la popa.

Se divisa una ola intrépida que danza con el infausto vorágine.
El halo de las velas encendidas armoniza una melodía diurna,
para acompañar en su tierno idilio hasta que el vórtice,
surque a otro piélago umbrío en su nave nocturna.

Que estrambótico acaecimiento el que estoy contemplado.
Una mariposa lívida dormita en el dintel de mi puerta,
ha pernoctado sin atavío avizorando al ébano;
sintiendo la tétrica noche cual casulla discreta.

Todo ha permutado desde que tú te alejaste de mi corazón.
Estoy aposentado frente al océano, necesito una explicación.
El eco de las olas inhóspitas de la mar musita mis oídos inocentes
es inasequible descodificar sus tan pomposos mensajes.

Lo ajena lamparilla que te zozobras en medio del mar,
irradia las triviales olas que sienten tanto desamor;
crea junto al sonido del vendaval, una poesía, sé buen escritor
para que este pusilánime corazón deje de estar en altamar.

Mariposa remota, que ya no aleteas en mi lecho;
te añoro tanto, me duele mi huraño pecho.
Mi aposento está obscuro necesito tu iluminación
mas ya es tarde, debo aprender a vivir sin tu corazón.

He despertado desesperado, queriendo estar a tu lado,
este sentimiento loco acelera mi corazón fulminado.
Te cortejé tanto que no puedo estar ni un segundo más sin ti.
Qué tonto, te pienso sabiendo que jamás volverás a mí.

Sé que te voy a suprimir de mis pensamientos,
sé que te voy a exiliar de este cuerpo apasionado.
Qué más me puede pasar, si he sufrido y he llorado
por este capricho, que se aferra tantos años.

En este papel esculpiré toda mi ternura que te di ayer;
versificaré cada renglón con mucha inspiración,
compondré una poesía que germine del dolorido corazón,
luego dibujaré un barquito que la mar va a deshacer.

Vete aprisa oh barquito de papel, lleva este sentimiento,
déjalo en lo más gutural del piélago.
Nunca más sentiré a mi alma adolorida;
solo te pido, apresúrate, navega heraldo, es la única salida.

Ahora comprendo por qué ese profuso acaecimiento,
desperté confundido, sintiendo un amor distante;
Quizá aún mi cama evoca su apacible cuerpo
o tal vez solo fue un atípico sentimiento que está presente.

Oh afable mar, llevaste todo contigo a donde yace el amor,
solo te pido: limpia mi alma, exhume mi dolor;
deshace ese barquito de papel donde envié este afecto extraño
y transmuta el estío dantesco en un lozano otoño.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

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