¿Si te digo que te elegí a ti para vivir
conmigo el resto de mi vida?
¿Y si descubres los miedos que escondo detrás
de mi "linda sonrisa"?
Qué hay si te hablo cada noche de los demonios
que habitan en mi cabeza y se exaltan al ver que no tienen nada malo planeado
para ti, que incluso ellos piden a gritos que te quedes para poder estar
calmados, piensan que eres nuestra salvación y lo confirman cada que estamos
cerca; sé que eres para mí porque cada vez que te alejas los demonios de mi
cabeza sienten morir, sienten matar a cada persona que quiere ocupar tu lugar,
ése que es solo tuyo, como yo me declaro.
Cada vez que te vas y mis demonios se quedan
solos y no entienden que han hecho mal, ellos sienten matar a cada persona que
no es capaz de entender que te aman con locura, porque cada vez que no estás me
matas a mí y a todos los demonios de mi cabeza.
Aunque ciertamente no logro entenderlo, no
comprendo el gran amor que sienten por ti, ni siquiera comprendo en que momento
fueron capaces de quererte tanto, mucho menos recuerdo el momento en que ellos
se dejaron seducir por ti.
me pregunto:
¿Qué te vieron a ti que no quieren conocer de
nadie más?
¿Qué encuentran en ti que no quieren buscar en
nadie más?
Quizá que ellos se enamoraron de todos tus demonios,
o quizá de tus ángeles.
Aunque ahora, a mitad de estas confesiones
puedo decirte que yo también dejo que ellos me controlen, que me convenzan,
dejo que sus manipulaciones sean bienvenidas y cedo ante sus súplicas porque
son bien correspondidas, son muy bien entendidas, porque no solo ellos te aman,
yo lo hago también.
Nunca había conocido un infierno en el que mis
bellos y tan dementes demonios disfrutaran tanto arder, no había conocido un
infierno en donde la condena me sonara más a placer, a vida.
¡Éstos malditos demonios no entienden!
¡Ellos no ceden!
¡No escuchan otra voz!
¡Ellos no prestan atención a otros ojos!
¡No quieren contemplar otros malditos hermosos
ojos!
Reclaman cuando no estás, ¿Por qué maldita sea
no estás? Reclaman no poder oler tu cabello y no poder peinarlo.
¡Entiende que te amamos, más estos demonios!
Ellos te aman tanto a ti y a tu tan bello
cabello, aman tus manos que son tan suaves, tan suaves y cálidas como se siente
estar a tu lado.
Y es que cuando no estás nos matas un poco,
siempre anhelamos regresar junto a ti, no queremos que nos dejes morir, no nos
dejes morir. Nos matas de augurio, ansiosos porque regreses, pero no solo yo,
también mis demonios; estamos ansiosos por probar de nuevo tus labios y estar
entre tus brazos, solo para volver a vivir.
¡No te vayas, haznos vivir!
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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