Esbeltez al andar, tentación, un toque de superficialidad, una mirada profunda sin perder el control.
Del tacto no habrá necesidad, la fragancia
penetra por los poros de la piel, para quien es presa de la sensualidad tuya.
Gusto a dulce labial con amargo sabor al
final, la penitencia no lo valdrá, será dolor y susceptibilidad.
Miradas que atrapan a través del placer, con
secuelas de inestabilidad, castigos terribles tendré que soportar.
Querrás obtener el dominio y quizás poseer
cada pensamiento naciente de mi sensibilidad, piedad.
Arrebatar es causa de satisfacción, la
vitalidad se ausentará, la persuasión causa tanto mal, tu sensualidad.
Una prisión en comparación, sería un refugio
ideal, pues la aparente libertad es esclavitud abstinente de tranquilidad.
Piedad, ruego por una tregua entre mi alma y
tu sensualidad, una permisión para el camino retomar, no es merecido un final
así.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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