sábado, 15 de enero de 2022

VERANO, OTOÑO, INVIERNO.

Soledad que viene y va,

que vestida de verdad,

templa el alterado ego,

bucea en el interior,

navega en mares inciertos,

y en su solitario encierro,

vive sintiendo al compás,

de lo que bulle por dentro.

 

Se queda solo el momento,

queda en soledad la idea,

y en una sutil pirueta,

en un atrevido intento,

pugna siempre por salir,

de su solitario encierro,

en el juego de la vida,

solos se quedan por dentro.

 

Verdad, idea y sentimiento,

angustia, temor y miedo,

en una inhóspita celda,

solos sufren en silencio,

reos de la soledad,

que ensancha los pensamientos,

en su reducido encierro,

que ve mucho más allá.

 

Siempre vuelve en su disfraz,

en nuevos trajes envuelto,

vestido de soledad,

cruza la línea del tiempo,

para encontrar la verdad,

que pretendiendo alcanzar,

se diluye en cada intento,

como en la sombra la luz.

 

Como nieve en un alud,

crece la sabiduría sin retos,

y asomándose al talud,

de su solitario encierro,

en el fondo ve lo auténtico,

la buscada plenitud,

verdades que son la luz,

entre las sombras surgiendo.

 

Verano, otoño e invierno,

ayer, hoy y lo por venir,

lo que se fue ya no vuelve,

más disfrazado y sutil,

con diferente ropaje,

retorna el helado invierno,

en el fondo transparente,

pero el rostro enjuto y serio,

inhóspito, solo, siniestro.

 

La soledad vive arriba,

debajo vive yace el infierno,

y el amor entre los dos,

conservando sus secretos.

 

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

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