Apacibles tardes de otoños vividos,
cuando las nueces caen sobre la hierba
produciendo un sordo sonido,
y los rayos del sol
más oblicuos rozan la tierra,
apenas se nota el tiempo pasar.
Las ramas del árbol
pierden sus hojas, asemejando
patéticos brazos que claman al cielo,
con lamentos y ruegos
la desnudez de su cuerpo.
Extraña belleza,
apenas se nota el tiempo pasar,
la frescura del viento
en la cálida tarde,
de suave muerte saciada,
contenida de vida, serena.
Conjunto de ocres colores,
quebrantos anaranjados,
implorantes verdes aislados
que relajan la mirada,
apenas se nota pasar el tiempo.
Silente otoño,
aspira serenidad, concilia su sueño,
éxtasis de fragancias y aromas,
a maderas, humo de chimenea
de tierras húmedas, labradas
a manzanas, a castañas asadas…
Calma natural, quietud,
percibe sosiego, descubre el silencio
alivia el ruido interior,
apenas se nota el tiempo.
Marchita y debilitada,
desfallecida plenitud otoñal,
recuerdos de tardes
en los huertos, en las casas,
en las calles del pueblo,
¡qué paz!
apenas se nota el tiempo pasar.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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