tu cabello como hilos de oro,  
una hoja errante  
baila en el fulgor  
de tu mirada.  
La luna desciende,  
visita las hadas del crepúsculo,  
y una idea salvaje  
se agita en mis pensamientos,  
danzando en el rincón de mi mente.  
Tus ojos,  
cautivos del lomo de Sagitario,  
son destellos de un universo,  
y una diosa frenética  
zapatea en la azotea de mis sueños.  
Tus curvas se deslizan  
en abismos infinitos,  
y mis dedos errantes  
zigzaguean por senderos  
de tu piel iluminada.  
Las luciérnagas a tu alrededor titilan, 
bajo los girasoles de Casiopea,  
y tu boca desenfrenada  
se lanza hacia el sur profundo,  
como un susurro ardiente  
desde el eco de mi ser.  
Autor 
Antonio Carlos Izaguerri. 
 
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