Parte de mi alma, se quedó,
en aquella solapa victoriana
que se erguía sola entre los jazmines
y que prendió el sol de la tarde
en sus matices del añil de mañana
Parte de mis despedidas,
se hallaron colgadas de tu mejilla
y a medio camino de tus ojos
coloradas entre abrojos,
dormidas como ángeles,
esperando que recuerdes
quienes somos
Parte de mis alas,
encasquilladas entre las ramas
abrazándose en calma
bailando entre sus plumas,
de cisnes, blancos de canas
Parte de mis silencios,
escuchados como adverbios,
ahogados entre unos besos
que acudieron a estos versos;
para hallarse entre las palabras
y hablar de las danzas, la respiración
transparente entre las lunas,
letras como ningunas
Parte de mis recuerdos
retozan entre los lirios
y se esconden en los bosques,
azules como los árboles de los que andan
y rosas como las rojas purpurinas
de las que tus pupilas
todos los días me hablan
Parte de mí, esa que te di
se perdió entre tus labios
para renacer entre nuestros brazos,
esa parte de mí, que nunca volvió,
ya no es la misma, es mi alma
que entre tus ósculos y mis caricias
cada día, sin prisa, entre blusa y camisa,
es mi anima, que ya creció,
que apoteósica de nuestros amores
resurgió, iluminando el cálamo
y enderezando las plumas
de este humilde poeta
entre vate níveo y ébano de ganso.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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