Disculpe, señorita,
por éste, mi atrevimiento.
Pero, ¿cómo ignorar esta ilusión
que desde que lo vi a usted en mí creció?
“Amor a primera vista”, eso creo que es,
verla sonriendo me hace sentir desfallecer.
Es decir, ¿cómo es posible que una persona
a la cual no conozco con certeza,
tan sólo de verla me hace entorpecer,
su sonrisa y su mirada me emociona,
además de que crece mi atracción hacia usted?
Hoy he de confesar un par de cosas
(que por tanto he creído que para usted han sido obvias),
y es que en cada oportunidad que tengo
miro a su dirección con sentimiento.
Disculpe, si es que esto le molesta,
no ha sido mi intención haberla incomodado.
Pero pienso hasta ahora cosas positivas de su ser,
aunque no la conozco, de usted me enamoré.
Confieso que la esperanza en mí renació,
que su presencia en mí despertó
una ilusión, un nuevo deseo,
un sueño en el que a usted conmigo la quiero.
Hasta ahora no ha terminado esta emoción,
creo ciegamente en que es esa persona,
a quien esperaba, a quien soñaba,
aquella que me hiciera sentir lo que es amor.
A la vez tengo miedo de conocerla,
que el cielo se oscurezca, o despierte de este sueño,
decepcionarme o haber creído falsedades,
que no resulte ser lo que yo más anhelo.
Aunque no ha existido nada
que me haga desistir,
y tengo grandes esperanzas
en que usted sea para mí.
Mi dulce amor a primera vista,
difícilmente le olvidaré,
este deseo es el que me guía:
la ilusión de que algo pueda ser.
Veamos qué nos deparará el destino,
si usted es para mí, o si algo debe suceder.
Dejemos que lo que tenga que ocurrir, pase,
pero recuerde, usted:
para mí, el conocerla, siempre un gusto va a ser.
Amor a primera vista, jamás te olvidaré.
Fuiste una ilusión que por siempre recordaré.
Me gustas, ahora es tuyo mi corazón.
Sólo con verte te has ganado mi amor.
No sé mucho de usted,
no conozco su personalidad.
¿Qué te hace feliz?
¿Qué te hace llorar?
¿Qué es lo que le gusta
o le hace suspirar?
No sé si hay alguien en su vida,
le pido al cielo una respuesta.
¿Acaso su vida ya estaba hecha
y esta esperanza debo darla por perdida?
Quizá no haya nadie
y tengo una oportunidad,
tal vez pueda lograr
que de mí se llegue a enamorar.
La verdad es que hay otras dificultades,
ya que usted se vaya, yo me quedaré.
Usted volará por otros aires,
mientras que mi vida yo aquí seguiré.
¿Debería aprovechar estos últimos días
que me quedan para verle,
o debo empezar a ignorarle
y hacer que ahora me sea indiferente?
Ha estado tan cerca de mí,
a mi lado le he visto pasar.
Le he querido algo decir,
pero la triste realidad
es que de mis labios ni un “hola” ha podido salir.
¿Debo despedirme acaso,
o debo distanciarme con cautela?
¿Debo hacer algo para ver si le atraigo
o sólo debo ignorar tu presencia?
Dulce amor a primera vista,
¿qué es lo que debo hacer?
Mi corazón te llama,
pero mi mente no quiere ceder.
¿Seré yo lo que tú esperas en tu vida?
¿Habrá algo en mí que te cautive?
¿Debo animarme a tener una charla en armonía,
o dejo que el pequeño temor me derribe?
Hace tiempo escuché un par de notas,
y una bella letra las acompañaba.
Inevitablemente pensé en su persona,
usted era a quien me recordaba.
Trataba de una ilusión,
que con el tiempo falló.
Un romance perdido,
la distancia en ella hizo dominio.
¿Y si eso aplicara en esta situación?
Usted es mi amor a primera vista,
pero no tengo algo seguro en el corazón,
¿será que en verdad es el amor de mi vida
y no me había dado cuenta yo?
No sé cómo averiguarlo.
Bueno, sí sé, pero me da miedo intentarlo.
¿Y si se decepciona al conocerme,
o no tienes el interés en quererme?
Y si usted no es acaso
eso que por tanto tiempo he buscado…
¿qué se supone que haré?
No sé si así la llegue a querer.
O tal vez sí, ¡no lo sé!
Quiero conocerla y saber cómo es.
Mirarle a los ojos y decir estas palabras
que desde tanto he tenido acumuladas.
No la conozco y ya te amo.
Eres de la vida un dulce regalo
que me hizo de nuevo creer en el amor,
que me hizo de nuevo palpitar el corazón
por alguien, ajeno a mi realidad,
a distancia, pero sintiendo esto igual.
Ignorando lo que piensa el mundo, ésta es la verdad,
sin conocerlo, la he llegado a amar.
Creció en mí la ilusión, la esperanza de un cariño,
el sueño de tener algo contigo,
que usted me quiera y algo conseguir;
sin importar ser desconocidos, querernos sin medir.
Quisiera romper esta barrera
que encierra al amor platónico típico,
destruir esa brecha, romper las cadenas,
hablarle y alejar ese miedo mítico
que hace presencia ante un nuevo cariño,
ante esa ilusión que parece de un niño.
Del clásico amor a primera vista que envuelve el alma,
del que sólo hace falta una mirada
para caer en las redes y sentir la magia
y creer que todo se vuelve un sueño
que llegó para quedarse, volverse el dueño
de esta esperanza que se anhela no sea vana.
Discúlpeme, señorita,
por dedicarle tales palabras.
Ya no podía tenerlas guardadas,
por eso hoy se las confieso.
Y por favor disculpe mi atrevimiento.
La emoción me hace hablar de más
y no lo puedo controlar.
Permítame aclarar,
de una vez por todas,
que reconozco que la atracción
en su físico en un inicio se basó.
Pero eso cambió después,
el querer saber de usted aumentó,
el deseo de conocerle creció,
incluso mi compañía a la suya idealicé.
La he observado por un tiempo,
en esas veces en que en lugares coincidimos,
y he notado que los caminos
que sigue demuestran algo que espero
no equivocarme y estar en lo correcto,
para hacerme a la idea de tu figura,
recrear en mi mente una posibilidad no nula,
y sentir esto como conocerlo.
Noto un silencio en vos al estar con sus amigas,
he visto que se aleja con indiferencia,
ocasionalmente suelta suspiros
y parece que la charla para usted no es amena.
Guiándome por la apariencia
que da de una persona silenciosa,
ahora debo afrontar esta sentencia
que gané al fijarme en quien no toca.
No corresponde por ser desconocidos,
este sentimiento, la verdad, no lo tiene merecido.
Usted no ha hecho nada para ganarse mi alma.
Entonces, me pregunto, por qué alumbra en mí esta llama
que había consumido el destino
y parecía no querer volver a encenderla,
eso fue hasta que noté su presencia
y mi vida tomó un giro
inesperado que encendió la lumbre
que calienta hasta aquel hielo
que congelaba mi corazón herido
y lo derrite para que no sea tan lúgubre
el interior de mi persona
a la cual lastimaron los sentimientos
de forma cruel, llena de saña,
o le arrebataron la ilusión y deseos
de una manera vana.
Le doy con esto mi manifiesto,
espero haber explicado bien los puntos
a los que de quererle me condeno
porque de usted no sé mucho.
Ante este presente le confieso
que ya había caído en la ilusión antes.
Ahora usted entiende el miedo a decepcionarme
y el por qué roto el corazón tengo…
O tenía, ya que usted me dio
una nueva fe en la cual creer,
su presencia en la oscuridad una luz fue,
y curar las heridas en mí consiguió.
Sé su nombre y a qué se dedica,
pero eso no me lo ha dicho directamente,
de ello me he enterado por otros lados,
disculpe, la curiosidad me invadía.
Desearía tener la valentía
para acercarme a saludarle,
decirte “hola”, hablar en armonía,
charlar con usted, mi compañía brindarle.
Quiero saber más de usted
pero que las cosas salgan de sus labios.
Ser su amigo siquiera, hablarte a ratos.
Conocerle, eso me haría feliz.
Tengo la esperanza
de armarme de valor,
acortar la distancia
que hay entre los dos.
Dejaré que sea el destino
que determine si hay un “nosotros”,
sigamos el juego predicho
y veamos quién se queda el trono.
Disculpe si ha sido evidente
el interés que tengo en usted.
Han sido casualidades, ¡entiende!,
le veo, sí, pero no todas las veces.
En ocasiones sólo paseo mi vista,
y por coincidencia se enlaza con la suya;
la desvío con vergüenza, la duda
de que lo haya notado me domina.
Señorita, a veces no noto su presencia,
pero cuando lo hago sonrío un poco.
Si digo que usted me es indiferente, mentiría;
es quien trae a este corazón loco.
Estoy profundamente interesado en usted,
me gusta, me gusta demasiado;
su figura, mirada, su comportamiento en su espacio,
esto es lo que me ha atraído así.
Disculpe, señorita,
por éste, mi atrevimiento.
Por intentar conocerla,
por creer que es la correcto.
Y cómo no pensar eso,
si esa apariencia es la que usted emana.
Que sea lo que espero, conocerla,
forjar juntos un sueño,
que lo que imaginé sea una verdad exacta…
Ésta es mi ilusión esperanzada…
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.