Colgado en los recuerdos,
vive el otrora, ayer resumido,
un marasmo de sueños,
de ideas un compendio,
entre efluvios de olvidos,
de certezas compuesto,
se alternan entre ensueños,
verdades y delirios.
Roja aurora que nace,
de noches que fenecen,
resplandecientes soles,
que en lontananza lucen,
un destello sublime,
hace hueco entre grises,
y la sospecha crece,
de un futuro inminente.
Grita en mudo silencio,
la verdad entre dientes,
y se apropia el recuerdo,
de la mente silente,
mientras la vida sigue,
en la ardiente vorágine,
y se pudren las voces,
en el grisáceo encierro.
Sensaciones fugaces,
que anticipan los hechos,
y un rosario de voces,
como murmullos yertos.
Diluye la idea el tiempo,
fútiles pensamientos,
acomodadas noches,
agitados encuentros.
El poder se aglutina,
veloz, casi en secreto,
y enquistándolo todo,
va ignorando los hechos.
Sentimiento sin nombre,
camuflado, sin alma,
pululando entre sombras,
inmerso en la rutina,
en una falsa calma.
Amor entre los dedos,
entre suspiros baila,
en la mirada beodo,
de secretos se empaña,
en el ímpetu absorbe,
excitante en la calma,
sobrecoge y acoge,
cuando su fuerza abraza.
Roja aurora que nace,
noche oscura que calla,
corazones al borde,
de la voz que los llama.
Clara luna que mece,
con su faz plateada,
y unos ojos cerrados,
esperando el mañana.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri