jueves, 25 de febrero de 2021

NO SABE, A VECES, QUIEN SÍ SABE.

No sabe el corazón de vaguedades,

ni sabe quien ignora, que no sabe,

no sabe que lo insípido, no sabe,

ni sabe quien no siente, que ni llora.

Los dados se lanzaron a deshora,

y al tiempo que se dicen las verdades,

de respeto la mentira nunca sabe,

que sabe la razón lo que se sabe.

Si sabe el corazón de terquedades,

y sabe de emoción y de martirios.

 

El tiempo no detiene su camino,

inalcanzable cual suspiro al infinito,

no sabe de lo improbable de lo eterno,

ni sabe de lo irremediable y lo maldito,

no resiste cualquier odio ningún juicio,

ni sabe de sacrificio el poderoso,

inmerso en el poder tan solo sabe,

acaparar más poder y desatinos.

El tiempo no detiene su andadura,

pues no sabe de leyes ni de juicios.

 

Como en una procesión van desfilando,

suceso tras suceso, vida a vida,

y nunca sabe el tiempo de dolores,

pues sigue impertérrito su sino,

ausente de emoción y de fatigas,

se va llevando sueños, sin medida,

arrastrando lo que sobra, a quien respira.

No existe amanecer ni anochecida,

el tiempo inalterable se prodiga,

pues, al final, siempre gana la partida.

 

Si sabe el corazón de las miradas,

sabe de melodías y sentimientos,

no sabe de medidas y consejos,

pero sabe, lo que vale lo que siento.

El viento nunca sabe lo que arrastra,

ni sabe a quién azota o a quien roza,

su fuerza no distingue ni la edad,

ni la miseria, la riqueza o la derrota.

El tiempo se desliza sin disfraz,

desnudo, sin esfuerzo y sin demora.

 

Al borde del abismo se ha quedado,

la bella libertad de lo distinto,

No sabe la negrura del instinto,

ni de amor sabe el canalla o el bellaco,

tan solo de aparentes simulacros.

que de amores si sabe el egoísmo,

y de anhelos fantasías y rencores.

Amores de verdad saben de olvidos,

y tiembla el corazón al describirlos.

Sabe el amor de entrega y sacrificio.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

jueves, 18 de febrero de 2021

EL SUEÑO SE HA DORMIDO.

Con cariño para Marta.

 

 

Sol y Luna van juntos,

unidos danzan siempre,

en el paso se alternan,

como buenos amantes,

en un canto a la Tierra.

Luna de los deseos,

Sol de las primaveras,

locos enamorados,

danzan, viven y penan,

en liza permanente.

 

No se ausenta quien siente,

al dolor no se acerca,

del rencor se arrepiente,

quien en sus carnes yerra,

se alejan quienes mienten,

quien de soslayo observa,

y de la vida ausente,

solo en su dicha piensa.

No se aleja el silente,

que sin hablar acierta.

 

En el filo de un hilo,

el viviente camina,

a la vida prendido,

como al vaivén la brisa,

el vestido le encubre,

le tapa el estribillo,

de tonos sin medida,

la levedad le agrede,

en su cáscara medra,

y en equilibrio sueña,

con lograr lo que anhela.

 

Loca carrera emprende,

pronto quien huye frena,

desbocados sentidos,

que al galope atropellan,

Se cerraron las puertas,

y se abrieron las mentes,

floreciendo la idea.

Sempiterna corriente,

que arrastra vidas plenas,

que con ímpetu impela.

 

Sonoras son las voces,

que su quejido elevan,

y asonantes respuestas,

ignoran su cadencia.

Amor entre los pliegues,

de las pieles maltrechas,

a flor de piel el viento,

de la febril marea,

estrambóticas formas,

que al devenir recuerdan.

 

Amor de contrabando,

amor de pura cepa,

amor entre las sábanas,

perlando el sueño tibio.

Amor en las trincheras,

al socaire del tiempo,

amor entre las ruinas,

amor en cualquier época.

El sueño se ha dormido,

cuando el amor despierta.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

QUE TORNE A OLOR A TIERRA.

Se fue oxidando el aire,

ajadas las miserias,

de hollín las mentes llenas,

de herrumbre están cubiertas.

Soeces son las formas,

las voces no veraces,

se extienden, se confunden,

con la verdad auténtica,

y un carrusel de odios,

como la peste, medra.

 

Sigue sonando el grito,

malditas alambradas,

que a la tierra cercenan,

ya se oye el lamento,

allende las fronteras,

y en el cielo plomizo,

se destaca una estrella,

luz en el infinito,

que ni alcanza ni llega,

y al levantar las manos,

en el éter se aleja.

 

De tiempo encrucijadas,

de acero las pisadas,

de cimitarra el filo,

en el que andan y penan,

unos ojos de vidrio,

una mirada pétrea,

y la vacía morada,

donde ni el aire entra.

Vallas como cuchillos,

que en las carnes penetran.

 

Cuando se aclare el día,

se despejen las nieblas,

y el velo de los ojos,

se caiga por vergüenza,

volverán a coserse,

las vergonzosas grietas,

las sombras serán luces,

será fiel la promesa,

no habrá color de piel,

que sirva de frontera.

 

Se fue aclarando el día,

la verdad será dueña,

de alimento serán,

las palabras sinceras,

se irá yendo la bruma,

que a la visión encierra,

y se abrirán las mentes,

que el odio salga fuera.

Serán blancas las nubes,

de amor las vestimentas,

y volverán los cánticos,

dando al oído belleza.

 

A azufre huele el aire,

que torne a olor a tierra.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

VOLVERÁN, SIEMPRE VIVAS.

Volverán las aves migratorias,

a llenar con sus trinos los espacios,

alegres melodías en sus cantos,

de colores pintando las memorias,

y son sus aleteos mariposas,

que aplauden a la vida generosas,

pintorescas criaturas que despiertan,

los sentidos dormidos en la niebla,

diminutos corazones que palpitan,

con los ritmos ancestrales de la vida.

                       

No termina la senda, no se acaba,

no se detiene el mar y no se para,

el ímpetu que impulsa a la cascada,

no fenece la vida, se transforma,

y devorando el fuego, quedan brasas,

cenizas y rescoldos que recuerdan.

Ya se vistieron las noches de ternura,

recuerdos son efímeras locuras,

de caras de temores asomadas,

se visten ya de gala las violetas,

pintando de colores la llegada.

 

No cabe el corazón en las cunetas,

no cabe en las entrañas ni un lucero,

volver sobre los pasos ya grabados,

enseña los errores y los retos,

para surcar las venideras sendas.

Volverán en el alba y las auroras,

las coloridas y brillantes primaveras,

una minúscula brizna siempre vuela,

al son de la canción que el aire toca,

al ritmo de la inmensa y bella tierra.

 

Como una enrome feria se alborota,

bulle como el volcán, que también llora,

lágrimas de fuego que derrocha,

arrasando lo que toca y lo que abarca.

Una lengua voraz lame la vida,

una serpiente, a su poder se enrosca,

y una procesión de vanidades,

desfilan por la sangre y por las costras.

Ya llegan, ya se acercan, ya retornan,

las luces matutinas de las sombras.

 

El cerco de la vida se ha cerrado,

atadas a las carnes recias cinchas,

se rompió la verdad, se ha encadenado,

al libre pensamiento que volvía.

Un coro de leyendas se aglutinan,

dando a la feria, la alegre algarabía,

de reflejos de luces y de espejos,

que reflejan lo deforme que transpira.

El eco de los dioses se ha perdido,

sumido en lo profundo de la sima.

 

Un nuevo corazón se ha reencarnado,

surgido de los vientos y las brisas,

en un atardecer de azufre y fuego,

nacido de la muerte y de la vida.

Nacerán nuevas carnes revestidas,

de las brasas que quedaron en la orilla,

en la orilla de los tiempos ya pasados.

Amanecer de primaveras, siempre vivas,

las rosas del jardín de las delicias.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

UN RAMO PARA MI AMOR.

Con cariño para Marta. 



He impregnado con mi amor

un ramo de bellas flores

para que al oler su esencia

sepas que son mis amores.

 

La frescura de sus tallos

le da vida a esta ilusión

es la savia que alimenta

las raíces de esta unión.

 

Sus pétalos son sentimientos

que brotan del corazón

sus olores la alegría

que refleja la pasión.

 

Quizás faltaba a ese ramo

el detalle de unos versos

esos que yo te dedico

para que lleguen los besos.

 

Quise adornar con un lazo

el motivo de las flores

en sus letras se leía

"Al amor de mis amores".

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

lunes, 15 de febrero de 2021

EL ÁRBOL DE LA VIDA.

Se quiebra el corazón,

como el cristal se rompe,

potente vibración de los sentidos,

un sonoro clamor se ha producido,

se perdió la razón y en el olvido,

quedó sin nombre, perdido en el vacío.

Eterno devenir, que el tiempo absorbe,

un inmenso rimero de experiencias,

sabe bien el amor de incontinencias,

y de placeres, bien sabe la pasión,

no es solo ciencia, también es emoción,

lo que al final da cuentas.

 

El árbol de la vida, en sus raíces,

profundas cicatrices se han grabado,

cinceladas heridas sin matices,

en el cuerpo mortal que se ha creado.

Un lento transitar de letanías,

una canción repetida al infinito,

la solícita ilusión presa en un filo,

bordada de emociones y de vida,

un rimero de amores vespertinos,

de recuerdos amargos y felices,

un corazón que tiembla si decide,

haciendo caso omiso a sus latidos.

 

En una catarata de emociones,

se ha quedado la mente compungida,

se ha burlado el destino de la vida,

rodando como una bola de nieve,

convertida en un alud, vil embestida.

Una suerte de tormentas y ciclones,

fragmentando las noches y los días.

Amor como huracán, que se prodiga,

arrasando con furor carnes y tripas.

La fosa más profunda se ha llenado,

de emociones, alegrías y desdichas,

es la vida que transcurre, sin medida.

 

Se quiebra la razón sin la verdad,

se agrietan las paredes que la ciñen,

se van rompiendo diques que la obligan,

el verbo se ha quedado en la injusticia.

Amor y corazón, bailan y gimen,

se rompen y se unen, como volutas libres,

sin rumbo o alcanzando lo que piden.

Sin verlo, sigue cantando el ruiseñor,

la vida, aunque maltrecha, siempre sigue.

Alegre el corazón que late sin cesar

o a veces, sin quererlo, se comprime.

 

Un torrente de voces, como un coro,

al unísono reclaman techo y pan,

justicia solicitan sin parar,

un techo y un cobijo y un hogar,

vivir con dignidad, sin vetos ni premisas.

Amor es la canción, que aún sin sonar,

acude al corazón, sin frenos y sin prisas.

Se ha quedado sin fuerzas la tristeza,

se ha roto en mil pedazos la grandeza,

se ha vuelto del revés la compasión,

de tanto usar la mezquindad,

se ha envuelto la verdad en posverdad.

 

Amor como canción, sigue sonando,

aunque en silencio la estulticia crezca,

un solo corazón tiene más fuerza,

que miles de borrascas y tormentas.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

AMOR CON FUNDAMENTO.

De la raíz se nutre,

inmersa en el subsuelo,

nutrientes de la tierra,

que gratis amamanta,

la madre generosa,

que creando la savia,

sangre nace, que salva.

La generosa tierra,

al diminuto ser,

da vida de sus ubres,

de sus mamas terráqueas.

 

El centro de la Tierra,

se conmueve y se agita,

se convulsiona y grita,

por la herida causante.

Sangran sus carnes térreas,

como ríos silentes,

de la avaricia enferma,

del ataque constante,

a su terráquea vida,

a su nutriente esencia.

 

No respeta el humano,

ignorante que atenta,

sediento de riquezas,

despreciando a la Madre,

que su vida sustenta.

Pies de acero que aplastan,

sin pudor ni clemencia,

arrebata al más débil,

lo poco que le queda,

su dignidad maltrecha,

su pan y sus cosechas.

 

En su armadura imbuido,

va pisando cabezas,

bajo sus pies los cráneos,

que crujen de vergüenza,

y en la oscura mañana,

de cenizas cubierta,

el ocre olor a pólvora,

hasta el aliento agrieta.

Se ha quedado sin nombre,

como el árbol se queda,

sin su frágil corteza.

 

En el centro se cuece,

en la raíz se gesta,

y en el núcleo del alma,

ha crecido la idea.

Un rosario de olores,

febriles primaveras,

los sentidos atentos,

mudas palabras yertas,

y en los atardeceres,

cuando la luz se aleja,

ha llegado la ausencia,

ha venido el poeta.

 

No respira la Luna,

no se aquieta el planeta,

solo el amor la curte,

solo pensar la acoge,

solo llorar la baña,

de esperanza las lágrimas,

como curan las plantas,

como gime la tierra.

Un orquesta de gritos,

se ha unido a la protesta,

la dirige el poeta.

 

Amor con fundamento,

en la raíz profunda,

de su sentir sin tregua,

amalgama de sueños,

de verdades que enlazan,

de sentimiento urgente,

que acaricia el momento,

en la esencia se funda,

en la pasión despierta,

con los brazos abiertos,

para acoger lo nuevo,

abrazando a quien venga.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

AMOR SIN PRECIOS Y SIN TASAS.

Con todo mi aprecio y mi cariño para Marta. 



Quiso bailar con la Luna,

con el Sol quiso danzar,

con la vida hacer piruetas,

y con el amor jugar.

Bailar quiso con las sombras,

quiso con la luz soñar,

y despertó a la verdad,

danzando entre Sol y Luna,

henchido de libertad,

los ojos como lagunas,

lágrimas de realidad.

 

Quiso apropiarse del tiempo,

de la vida ser el dueño,

y despertando del sueño,

vio su vida en un desierto,

de diminutas verdades,

de inalcanzables proyectos,

de ansiadas necesidades,

de cometas como amores,

veloces briznas de tiempo.

Así, fue haciéndose hueco,

entre la tierra y el cielo.

 

Sintió el calor del aliento,

como agridulce señuelo,

buscar la boca sin prisa,

libar de su propio aliento,

buscar la vida en el aire,

entre nebulosas ciego,

y sentirse como el ave,

al socaire de los vientos.

Grabó en el árbol su nombre,

con los ojos del deseo,

y mirándose al espejo,

vio su rostro verdadero.

 

De los altos podios caen,

y de elevadas murallas,

y de tantas caras falsas,

caretas de porcelana.

Rostros que amables parecen,

son en realidad falaces,

de cera sórdidas máscaras,

que cubren pero no tapan,

el soez rictus del alma.

De palacios se cayeron,

de altos castillos escapan,

en múltiples rostros callan.

 

Quiso acapararlo todo,

casi se queda sin nada,

atesoró las riquezas,

se vio en mansiones de fábula,

cruzó océanos y valles,

ríos, lagos y montañas,

pero se quedó vacío,

por dentro hueco, sin alma,

renunciando a sus tesoros,

vio la vida en sus entrañas,

sintió la paz que faltaba.

 

Coherencia gritó la vida,

con la lucidez más sabia,

palabras que en el desierto,

se fueron yendo apagadas.

Llamó al amor la conciencia,

con susurros de inocencia,

y como de lluvia gotas,

los gestos enmudecieron,

cambiando el rostro de forma.

Libertad clamó la vida,

quedaron las notas presas.

 

Jardines en la mirada,

amor temblando en los ojos,

libertades sin cerrojos,

coherencia en cada diatriba,

verdad en cada palabra,

sin caretas y sin máscaras,

libre y desnuda la cara,

que se vea lo que declara,

sin tapujos ni añagazas,

amor sin precio y sin tasas.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

EN MIL PEDAZOS ...

Partió por la mitad,

sin darse cuenta apenas,

como quien corta el aire,

con el filo mortal,

de un doloso desaire,

y al ver la levedad,

de semejante pena,

con la sangre de sus venas,

unió las dos mitades,

 

Nítida realidad que abofetea,

sacudiendo airada,

la vacua necedad, que vive plena,

que se ufana y recrea,

ufano el necio aplaude,

desesperadamente a la riqueza,

al poderoso besa,

los pies de barro y lodo,

con febril insistencia.

 

Gira la noria sin parar,

entristecida euforia,

como la rueda rueda,

por la pendiente efímera,

absorta en su ceguera,

rodando a algún lugar,

y no se sabe donde.

Eterna necedad,

de quien se esconde,

de su ser, por detrás.

 

Se ha bañado de oro la pereza,

el lastre se ha quedado,

podrido entre las grietas,

emanando el pestilente hedor,

de ricas vestimentas.

De ríos de lodo,

se ha cubierto la tierra,

no puede respirar,

en su ferviente enojo.

 

Partió por la mitad,

sin darse a penas cuenta,

la vida y sus conjuntos,

y las costuras tensas,

como rígidas cuerdas,

parecen reventar.

Se ha ensordecido el mundo,

tapando la verdad,

sin un susurro, sin poder escuchar.

 

Se ha agrietado la voz,

más queda un hilo,

un cabo al que se aferra la ternura,

y así la criatura,

levanta la cabeza,

y acaricia la duda que la aterra.

El amor, como un bálsamo,

ha bañado la pena,

ha resuelto el dilema.

 

Partido el corazón,

en mil pedazos late,

cada fragmento siente,

cada pedazo sueña,

el múltiple latir, vive y enseña,

para sobrevivir,

que cada parte anhela.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

VOLVERÁN, VENDRÁN DE NUEVO.

Volverán al lugar las golondrinas,

regresarán las rojas amapolas,

volverán esas gotas ambarinas,

de rocío resbalando entre las hojas.

De nuevo harán su nido las ardillas,

en la carne del árbol que las mima,

regresarán las aguas a los ríos,

de manantiales de esencia cristalina,

y una nota vendrá, tras otra nota,

para deleite de oídos y de auroras.

 

Volverán al corazón viejos latidos,

derramando la vida gota a gota,

armoniosos latidos serán notas,

del instrumento mágico y sentido,

del ritmo que embellece lo que toca.

Vendrá de nuevo el alma aventurera,

aleteando como bellas mariposas,

y serán las más hermosas duermevelas.

Volverá la plenitud que ama y reposa,

soñando los olores de las rosas.

 

Volver cruzando el rayo que no frena,

nuevos amaneceres serán brasas,

que apagar con el efluvio de las lágrimas,

y unido el corazón y las estrellas,

buscar el universo de las cosas.

Amar sin compasión para que vuelvan,

a nacer entre las grietas nuevas hojas,

un beso volverá ungido en verso,

una canción vendrá desde la fosa,

del mismo abismo donde el verso brota.

 

Volverán a nacer nuevos retoños,

en la columna vertebral de las mañanas,

a gritos volverán viejos recuerdos,

de remembranzas soñadas en voz alta.

Regresará el mochuelo al viejo olivo,

con su ulular de ancestros redivivos,

a llenar las sofocantes noches,

de hadas y duendes, de luciérnagas mágicas.

Regresará la Luna de su nido,           

despidiendo al Sol en lontananza.

 

Volver cruzando de parte a parte el tiempo,

partiendo por el centro la jornada,

amor en cada lado, beso a beso,

buscando la verdad, loco viajero,

esperando el destino que le aguarda.

Amor sin compasión que pronto vuelva,

para darle sentido a lo que crezca.

Volverán los arrullos y susurros,

a las plácidas vidas que se bañan,

en las fértiles aguas de la magia.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri