El corazón se parte,
como un falso diamante,
y rebota el latido,
gritando dolorido,
y en ese mismo instante,
el corazón herido,
sangró, pues ya no late.
El verso se ha dormido,
con un suspiro errante,
con la rima asonante,
en su cuerpo de estrofa,
y en su leve ronquido,
se aprecian sus derrotas,
sus sueños y delirios.
Embates del camino,
forjaron el destino,
en la lucha constante,
donde el miedo es instinto,
donde el valor se bate,
con el sentir del niño,
en cada frágil viaje.
Con las manos abiertas,
extendidas, silentes,
se ha pedido a la vida,
que se pare un instante,
y con palabras sabias,
de la vida que late,
se ha mudado el semblante.
Se ha dormido el sentido,
se despertó el gigante,
se acallaron los gritos,
se gritó sin sonido,
con gestos balbuceantes,
el coraje ha salido,
airoso del combate.
Amores entre líneas,
amor que se ha vivido,
entre las bellas notas,
de un amante latido,
y al sentir el olvido,
de las pasadas horas,
algo nuevo ha surgido.
Corazón que se rompe,
como rompe el sonido,
el silencio latente.
Una palabra basta,
un beso es suficiente,
para volar sin rumbo,
en el profundo éter.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri