Quizá la historia que aunque linda, nunca se encontró
bendita,
Los encuentros que roban primaveras comienzan y terminan,
No se puede entregar un corazón del que no se es dueño,
Se pudo entregar al pecado, al cariño,
Al desenfreno en la grandeza de Dios
No cabe el otorgar lo que es prestado.
¿Le pensabas mientras la luna contemplabas? ¡Ya es pasado!
¿Creías único su dulce sabor a melón? ¡Qué equivocada!
Hoy no miras la luna, hoy el cielo te tiene enamorada,
Paladeas mil sabores en un cuerpo aventajado,
Y aunque su dulzura te llegaba hasta el cuello
Hoy empalaga tu gusto, un sentimiento más bello.
¿Te desnudó su mirada perdiendo así tu inocencia?
Hoy el amor que tienes te ha arrojado a la impaciencia
Tanto que ya ni comparas el placer de sus momentos,
No soportas ya por nada estar lejos de su acento,
Incomparable es el amor que hoy te roba el alma.
¿Contuviste el estallido de tu púrpura en tu adentro?
Hoy no contienes todo entregas en deseado encuentro.
¿Que dejó el perfume de sus noches y sus besos?
Un nuevo aroma te dejan desde el cabello a los huesos.
Y aunque dolió su partida, fue lo mejor que pudo haber
pasado.
De otra manera, sería un amor a la desgracia condenado;
Por ese que atraganta rebosantes mieles en la aurora,
Amor dulce que cruelmente penetra desde ahora.
¿Para poseer y disfrutar su cuerpo, un segundo que era
necesidad?
Hoy tu nuevo amor en instantes te ofrenda eternidad.
¿Esperabas en aquel amor llegar a tan deseado paraíso?
Ese que hoy posees te lo entrega sin pedir permiso.
El amor que hoy vives es tan fuerte que te hace salvaje;
Suplicas flujos hendidos en la exquisitez de un conducto;
Sólo ahí encuentras repentino orgasmo en exabrupto
A pesar de quien musite al amor sus locuras escondidas.
Y a pesar de que expresabas, que por ese amor morías,
Hoy tienes algo mejor, el amor nuevo te mantiene viva;
Hoy sabes que sí fue justa aquella mañana estremecida
Pautada en comparación de dos aguas confluidas
Unidas en esa espera… delirante deseo de excitación
De asomo, de arrojo… desquiciada insinuación…
Y tú que alterada ofrecías ese néctar de tus labios.
Hoy sabes que era castigo implorar por los resabios.
¡Hazme el amor con deseo pervertido! le decías.
Hoy no existe más en tus horas ni tus días;
Hoy tu frágil corazón no tiene espacio alguno
Quien te plena ha desterrado con sus besos tu ayuno;
Hoy no solo tiemblas con vocablos lisonjeros
Vibras con sus caricias, sus sonrisas, sus “te quiero”;
Dejaste el alma abierta, que tiene tal resplandor;
Tanto que ese abismo deseado en tu corazón
Tatuó tus mil vocablos en el nombre de tu amor;
Quizá este no te desarme, ni te vuelque al querer,
¿Será que se sabe poco ante tu beldad, mujer?
Ese amor que está contigo que te vive, aunque lejos,
Se bebe tu mar y te agita, ante sublime cortejo;
Te hace el amor… tus gemidos se pierden en su boca,
Sus perturbadores besos, son caricias que desbocan
En fantasías privadas que se conciben ausentes;
Y aunque lejos, te da momentos tan candentes
Que tú tienes que olvidar, el ofrecer tu ventana…
¡Ya está dentro, quien te bebe sexo y alma!
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.