lunes, 20 de abril de 2020

ME QUEDÉ MUY SÓLO.

Me quedé muy solo
en la tarde aquella,
y llegó el silencio
y también la ausencia,
y lloró la luna
al saberse fuera
y vagar sin rumbo
por la ardiente tierra,
mientras yo quedaba
con la cruel galerna
y el puñal clavado
entre las tinieblas,
que llegó a mi alma
de la mano tierna,
porque hasta el silencio
quería su presa.

Me quedé en la tarde
junto a las estrellas
que ya aparecían
como unas luciérnagas,
y ellas me calmaron
de tanta tragedia
y trajeron risas
y llevaron penas,
renovando un ciclo
de paz y de guerra
entre la batalla
de amar a la fuerza,
el amor sublime
de alguna princesa,
nacida, a la imagen
de la Cenicienta ...

Me encontré en la tarde
con aquel poema
donde tú me diste
de nuevo la fuerza,
para ser un hombre,
y sentir, de veras,
el amor sincero
del niño que fuera,
porque tú supiste
encontrar la tecla,
y el arpa sin nombre
que el sonido crea,
¡bella sinfonía
de labios y venas,
de besos robados
con la miel y el néctar ...

" Te encontré una tarde
y seguí tus huellas,
luego, nuestras manos,
unieron sus letras ... "




Autor
Antonio Carlos Izaguerri. 

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