jueves, 6 de octubre de 2022

EL ALMA DORMIDA.

Hay quien nace buscándose.

Y se busca tanto, y tan lejos,

que se sumerge en mares olvidados.

Hasta que acaba perdido.

Y se acecha, al menor descuido, sobre

un desfiladero, sobre la rosa blanca

que duerme junto a la plaza, o se ve

entre cordilleras, juntando anhelos.

Y visita continentes, y alardea de ellos;

y come con parientes lejanos. Confunde,

al regresar, el idioma de los suyos.

Entonces, se entristece, y rompe con todo.

Finge estar desaparecido. Aunque muchos,

conocen y saben de sus circunstancias.

Él, que no sabe si regresar a un pasado inexistente,

o tolerar el presente, habla

en murmullos, que olvida al instante.

Y cree ser sordo, y ciego, y mudo. Y la palabra

tarde, se dibuja sobre su rostro cerúleo, como una

nube sedienta que sólo quiere vengarse.

Se deja atrapar por la cobardía, escarnecer

por el esfuerzo de los años. Se deja llevar.

Y abandona, sin abandonarse del todo.

De repente, algo le domina, y lucha,

buscando nuevos continentes. Es viejo,

o casi viejo, pero la experiencia siempre

fue un grado, le dijeron, y los contenidos,

ya no le asustan.

Hasta que al final, encuentra su alma,

dormida, como nunca lo estuvo.





Autor 

Antonio Carlos Izaguerri 

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