con flores frescas y abrazos.
Con sonrisas atadas y perfumes,
con el aire de atardeceres sudados.
Salúdame con el crujir de la tierra
bajo tus pasos, con el resonar de tacos.
Con un par de guantes olvidados
y con una puerta abierta llorando.
Salúdame con todas las despidas
con el eco de mil adioses mojados.
Con la luz pálida de cada estrella
que yo estaré aquí... esperando.
Si te vas, nunca olvides
lo que atrás has dejado.
Un mundo hecho de besos
y un adiós suspirando.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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