Caminas hacia la ventana de tu dormitorio, buscando la profundidad del amanecer. Afuera, el despertar revuelto de la ciudad toma un ritmo instintivo. Distinto a tus pensamientos que regresan distraídos.
Observas a una pareja joven jugando con momentos espontáneos de amor. Sus manos no se sueltan mientras se apresuran para alcanzar el bus de la mañana. Piensas que regreso de manera bestial para quebrar tu tranquilidad con las nubes descoloridas de un amor interrumpido por el bullicio del entorno y no buscar un espacio de silencio para escucharse. ¡Cuanto hiere el pasado, cuando se eleva del olvido!
Te preguntas si los instantes perdidos continuarán llegando con el otoño y fantasmas de sus hojas amarillas que la brisa le arrebata de tu olvido, pero que aún caen en tu corazón.
Afuera
como hojas débiles desprendidas
los recuerdos del pasado
se amontonan
otras siguen un camino perdido.
Una llamae se enciende por una sombra
o una silueta fantasmal,
quema como alfileres
solo se apaga sin tiempo.
Tu amor fue un encadenamiento
de fragmentos
sin eslabones que te coloca alas,
ahora le quedan imágenes pasajeras
y el eco de las palabras.
En cada esquina de tu memoria
encuentras células dispersas
de un amor que nunca brotó.
Ahora la memoria te lleva
a las huellas de un amor
perdido.
¿Existe un eslabón que te une?
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
No hay comentarios:
Publicar un comentario