El milagro del cielo cae,
entre infiernos y demonios,
destinos entrelazados
como pétalos de cerezo
cayendo lentamente en la primavera de tus
ojos.
Ahí estaremos, en medio de la dulce púrpura,
cuando la luna ilumina
los destinos marcados en la infinidad de los
sueños.
Como aquel hombre enamorado de la luna,
miradas de estrellas destellan en nocturnidad
el comienzo de la belleza entre dos esencias.
Acallados por la lejanía del horizonte,
mientras los pétalos caen y caen,
mis manos acarician esos rasgos,
tus rasgos, los que podrían encantarme,
como el sortilegio de tu ser.
Y aquí estoy, escribiendo desde la lejanía,
somos los que creamos el camino,
tu esperas, yo escribo, el destino une
y las caricias nos acercan,
aunque sombrías noches nos separen.
Por eso, el comienzo nace,
desde el horizonte lejano se acerca,
descubrirte mientras el sol aparece,
en silencio nos reímos en jubilo,
en miradas vemos el cosmos que tanto nos quiso
unir.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri