Recuerdo tu mirada cuando nos despedimos,
tú estabas muy alegre y también algo
pensativa,
porque sé que en esta partida tu y yo
sufrimos,
porque eres el consuelo que a mi alma le
motiva.
Tus ojos muy alegres siempre irán conmigo,
y aquellas tardes de verano, conmigo irán,
buscaré en mi noche el alivio de un amigo,
porque al no verte llegar, mis ojos lloraran.
Tu esperaras también mi pronto regreso,
y las tardes aquellas nos harán recordar,
de aquel día de lluvia que te robe un beso,
y desde aquel momento te empecé a amar.
Es muy duro el silencio en esta despedida,
pues apenas me miras queriendo sonreír,
yo te miro y te digo, que mi alma está herida,
es muy grande el dolor que está por venir.
Me apena dejarte en esta incertidumbre,
pues muy pronto mi nave esta por partir,
vivir en el mar siempre ha sido mi costumbre,
pues sonríe te pido, tu no debes sufrir.
Y entonces me abrazas y me dices te quiero,
llévame en tu nave que junto a ti quiero
navegar,
yo vivir en tus olas y tus tempestades
prefiero,
pero no me dejas tan sola, porque te voy a
extrañar.
Yo no puedo llevarte, te susurro abrazándote,
pues aguarda mi llegada que pronto volveré,
viviré en mis noches a la luna besándole,
porque si no te tengo muy pronto moriré.
Es tu alegre mirada que la llevo presente,
son tus besos aquellos, que no me dejan
dormir,
yo te amo te juro, aunque tu estés ausente,
pues en mis noches de luna yo te voy a mirar.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.