Veloz se oculta entre celos,
simulando las carencias,
y va dejando regueros,
de perdidas experiencias.
Frunció los labios el tiempo,
iracundo en su impaciencia,
y devoró con sus horas,
a la efímera inocencia.
Leve nota que se escapa,
del concierto de los días,
y estando libre desata,
los nudos que la afligían.
Verso al aire que destaca,
buscando otro verso amigo,
y en su pasión vive y ama,
con la libertad de un niño.
Veloz nace la palabra,
que va dejando sonidos,
entre las voces hermanas,
en labios que anuncian gritos.
La sed cuajó en la mirada.
atenta en su sacrificio,
y sus notas son las olas,
que en las orillas son ríos.
Amar a pesar de todo,
ante el odio el desafío,
con las ventanas abiertas,
aunque viaje dentro el frío.
Amor sobre las tormentas,
el dueño de los sentidos,
amor que a golpes despeja,
de hojarasca los caminos.
Veloz el mundo da vueltas,
aunque es lento el estribillo,
y va perdiendo la fuerza,
por el castigo infringido.
La dignidad se ha perdido,
disuelta en el torbellino,
que arrebata la inocencia,
de golpe, como un bramido.
Tierna voz que en la vorágine,
parece un simple gemido,
y al acariciar el ruido,
nacen de esperanza notas,
que dormitaban inanes,
en auténticos sonidos.
Voz etérea que al instante,
vence al odio, habla al distinto.
Veloz escapa quien huye,
sin mirar atrás, sin ruido,
aprende a desaprender,
sin despreciar lo vivido,
la mirada en lontananza,
sin olvidar lo aprendido,
y un amar en la esperanza,
para dar al amor brillo.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri