domingo, 22 de noviembre de 2020

DESAPRENDER LO APRENDIDO.

Veloz se oculta entre celos,

simulando las carencias,

y va dejando regueros,

de perdidas experiencias.

Frunció los labios el tiempo,

iracundo en su impaciencia,

y devoró con sus horas,

a la efímera inocencia.

 

Leve nota que se escapa,

del concierto de los días,

y estando libre desata,

los nudos que la afligían.

Verso al aire que destaca,

buscando otro verso amigo,

y en su pasión vive y ama,

con la libertad de un niño.

 

Veloz nace la palabra,

que va dejando sonidos,

entre las voces hermanas,

en labios que anuncian gritos.

La sed cuajó en la mirada.

atenta en su sacrificio,

y sus notas son las olas,

que en las orillas son ríos.

                                       

Amar a pesar de todo,

ante el odio el desafío,

con las ventanas abiertas,

aunque viaje dentro el frío.

Amor sobre las tormentas,

el dueño de los sentidos,

amor que a golpes despeja,

de hojarasca los caminos.

 

Veloz el mundo da vueltas,

aunque es lento el estribillo,

y va perdiendo la fuerza,

por el castigo infringido.

La dignidad se ha perdido,

disuelta en el torbellino,

que arrebata la inocencia,

de golpe, como un bramido.

 

Tierna voz que en la vorágine,

parece un simple gemido,

y al acariciar el ruido,

nacen de esperanza notas,

que dormitaban inanes,

en auténticos sonidos.

Voz etérea que al instante,

vence al odio, habla al distinto.

 

Veloz escapa quien huye,

sin mirar atrás, sin ruido,

aprende a desaprender,

sin despreciar lo vivido,

la mirada en lontananza,

sin olvidar lo aprendido,

y un amar en la esperanza,

para dar al amor brillo.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

ENTRE ESENCIAS.

En el lugar preciso,

en el momento justo,

en el instante óptimo,

en un bello segunda,

se ha plasmado la vida,

a la verdad vislumbro,

en una brizna lúcida,

en un instinto ínfimo.

 

En selváticos tiempos,

un sendero se esconde,

un atajo entre sueños,

vericuetos sin nombre.

Se despeja el camino,

de brozas enredado.

de marañas de vidas,

que entrecruzan sus halos

 

Gritos son las caricias,

reclamando su sitio,

de besos alaridos,

exigiendo su espacio.

Grita así la mirada,

que el derecho reclama,

y libera la voz,

de la palabra amada.

 

Grietas entre los ojos,

como simas sin alma,

en las cabezas vanas,

en cerebros que albergan,

vacíos en sus canas,

fisuras en los ojos,

de lágrimas airadas,

de miradas que embisten,

de reflejos que aman,

 

De negro viste el alba,

de blanco la mañana,

de claroscuro el verso,

que despertó entre sábanas.

De azules firmamentos,

de fuego viste el alma,

como de gris las noches,

entre visiones mágicas.

 

Verde quedó la aurora,

de rojo son sus simas,

en su interior bañada,

de brasas encendidas,

resplandores que olvidan,

pesadillas pasadas,

y un conato de sueños,

balbuciendo sin granas.

 

El derecho se extingue,

cuando el poder se afana,

nebulosas de vidas,

procesiones famélicas,

de cansados andares,

de almas derrotadas,

transitan entre sombras

de luces matizadas.

 

Amor entre los grumos,

de pesadas palabras,

en busca de la vida,

que entre fisuras habla,

a manotazos ama,

entre brumas lo alcanza,

al otro amor que nace,

entre esencias que manan.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

UNA FRACCIÓN DE TIEMPO.

Día y noche se fusionan,

de abrazo fetal preñadas,

anocheceres y auroras,

de vorágines reposan,

de amores y odio impregnadas.

Sutiles encrucijadas,

donde luna y sol se acoplan,

guerra y paz mudan y tornan.

 

Tibia luz tornasolada,

de matices irisada,

sutiles son la miradas,

que de reflejos se embriagan,

penumbras que quieren ver,

con la luz de la mañana,

y despertar las sospechas,

que acechan aletargadas.

 

Clamor que llama y reclama,

de sutilezas variadas,

rumor que acude y se agranda,

tornando voz en soflama.

Hay voces que como espadas,

cercenan, rajan y matan,

el clamor muta y exclama.

 

De sol a sol la siembra,

manos de puro acero,

surcadas de penurias,

de luces y aguaceros.

Preñada está la tierra,

de sangre de los dedos,

de cicatrices múltiples,

de cada aliento nuevo.

 

Día y noche de la mano,

contemplando al humano,

con los ojos perlados,

del rocío de los vicios,

amores en los dedos,

en el rostro los rictus,

de pasión o de enojo,

de ternura o suplicio.

 

Se va yendo la aurora,

dando la espalda al mito,

de soslayo mirando,

de los sueños sus hijos,

un ráfaga de aire,

un paternal suspiro,

una emoción cambiante,

amor en el solsticio.

 

Amores entre luces,

en las sombras translúcidos,

como estatuas de bronce,

se han quedado sus mimos.

Una fracción de tiempo,

un cariño infinito.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

CON LAS FAUCES ABIERTAS.

Maldita la riqueza,

que la miseria inspira,

poderes que arrebatan,

la dignidad y la vida.

Una hoguera infinita,

en los pechos se gesta,

gritos desde el silencio,

llamando a las conciencias.

 

Las gargantas se abren,

reclamando pitanza,

cuando engorda la panza,

del mafioso que medra.

Sufre el pobre en silencio,

mientras la vida cambia,

llenándose las arcas,

de quienes se aprovechan.

 

Medra el necio sin causa,

contento en su ignorancia,

y prebendas obtiene,

cuidando su apariencia.

No repara en halagos,

no respeta la ciencia,

y sobando los lomos,

fabrica su riqueza.

 

Camino de la sombra,

viaja la luz sin miedo,

lúcidos son sus gestos,

como la faz que alumbran,

va mordiendo la sombra,

con voraz sentimiento,

y destapa las trampas,

que se esconden en ella.

 

Como fugaz estrella,

vive el loco sin freno,

la prisa en las miradas,

para perder lo auténtico.

Las manos bailan trágicas,

del veloz sentimiento,

la sombra va más rápida,

que el resto de los cuerpos.

 

Maldita la riqueza,

cortada de los huesos,

en la sangre bañada,

exigua de derechos.

Las voces engoladas,

van coartando el acento,

y se mofa el que nada,

sumergido en dinero.

 

Se fue buscando el aire,

se fue buscando el tiempo,

y se quedaron solas,

las miserias por dentro.

El camino es extenso,

tachonado de encuentros,

y al flotar la ignorancia,

se evapora lo bello.

 

Se ha amputado la idea,

aflora el sentimiento,

y el amor ya galopa,

buscando a su gemelo.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

ESPEJO DE LAS NOCHES Y LOS DÍAS.

La imagen reflejada se apodera,

como imagen veraz y verdadera,

de la imagen fugaz que se desvela,

difuminada vista que se vela.

Perdida la razón pierde la vida,

que esconde el corazón,

que queda malherida en un rincón,

cual sombra pertinaz entristecida.

 

Sin luz en el zaguán de la esperanza,

ceñida a la ilusión que la desangra,

quiere entrar desesperada la nostalgia,

en un atardecer de fantasías,

invocaciones, letanías y plegarias.

Esperando impaciente vive y ama,

el cuerpo y la pasión que la reclama,

amar sin corazón, fútil falacia.

 

Espejo de las noches y los días,

condicionado reflejo de sospecha,

verdad que sin tapujos se refleja,

tratando de esconderse sin defensa.

Verdad que se camufla noche y día,

entre sábanas, trincheras y codicias.

Espejo que reflejas lo que olvidan,

las imágenes patentes que revelas.

 

Ausente la razón se quedan solas,

las falacias, aranas y mentiras,

un largo devenir de viles fantasías,

cargadas de artificios y artimañas.

Así la sinrazón transita y campa,

sin respeto en las mentes aniñadas,

pueriles y carentes de criterio,

presentes, pero ausentes sin remedio.

 

Extrañas son las horas que llegando,

y quedándose a la ilusión se entregan,

cargadas de pasión se van moldeando,

en el atardecer, al fin acomodadas,

en el rincón donde el amor se afana,

donde bailan sin pudor y sobrevuelan,

aventureras y atrevidas ganas,

caricias y ternuras aromáticas.

 

La imagen reflejada se detiene,

levitando como un sutil fantasma,

y mirando de soslayo al yo que siente,

se mofa sin remedio al contemplarla.

Espejo de los días y la noches,

fiel testigo sin rubor ni trabas,

juez justiciero que juzga al reo,

sin dudarlo, con el mazo y la balanza.

 

Amor entre las notas al unísono,

del alma que deambula con soltura,

el viento se ha quedado detenido,

al ver enrojecer a la criatura.

Amor cual diapasón que vive al ritmo,

de la vida entre las vidas que maduran.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

VIEJOS Y NUEVOS SUEÑOS.

Un carnaval de rostros,

filigranas de gestos,

rimero de sonrisas,

como lluvia de enero.

Palidecidas sombras,

rictus que se prodigan,

muecas de sensaciones,

que el haber determinan,

que enjugan los pasiones.

 

Hablan sobre el silencio,

sobre el hielo caminan,

en el aire sospechan,

las conciencias fustigan.

Un clamor de recuerdos,

un devenir de sueños,

la veleta justicia,

que se aleja sin verlo.

 

Verbos que no claudican,

aunque se pare el tiempo,

aunque sangren las manos,

aunque tiemble el cerebro.

Bocas que sacrifican,

con los nervios de acero,

corazones de piedra,

condenados sin serlo.

 

Viejos y nuevos sueños,

realidades de ensueño,

fantasías que terminan,

al final y al comienzo.

Besos que no culminan,

manos que nunca llegan,

palabras que se esfuman,

cual fumata en el viento.

 

Corazones de acero,

sin alma ni cerebro,

sentenciando la hambruna,

cercenando derechos.

Cabalgatas del hambre,

nómadas de sueños,

trashumancia de vidas,

ilusiones sin dueño.

 

Se ha quedado girando,

entre amores y anhelos,

y ha sembrado el camino,

de atractivos señuelos.

Se ha marchado sin rumbo,

buscando entre los huecos,

sin la sangre precisa,

sin mochila ni sueños.

 

Corazones de carne,

donde el amor es dueño,

donde palpita el tiempo,

donde nace el deseo,

donde se agita el nervio,

donde el deseo es eterno.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

UN AMANTE VIAJERO.

La razón se ha perdido,

entre arrugas y pliegues,

soslayada y oculta,

en las miradas cómplices,

argumentos poliédricos,

disfrazados de auténticos,

y plegada en los labios,

se ha perdido en el viento.

 

Cuánto cuesta un suspiro,

cuánto vale un lamento,

si la justicia asoma,

y se oculta de nuevo.

Cuando cuesta el valor,

que no recibe premios,

y se oculta entre mitos,

de apariencia de cuento.

 

Se ha quedado dormida,

en el fin de los tiempos,

una verdad perdida,

una razón sin hechos.

Pletórica se ha ido,

de amores en los sueños,

y ha encontrado el camino,

al volver a su encuentro.

 

Larga senda de obstáculos,

preñada de diatribas,

de muros que la ocultan,

de rejas que la embridan,

de puertas infranqueables,

de vallas infinitas.

Larga senda de aciertos,

y de errores que gritan,

los corazones nobles.

 

Entre contrastes habla,

entre gestos se excita,

en los rictus se pierde,

entre los labios vibra,

y un torrente de notas,

de verdades sencillas,

ha plasmado la historia,

ha resuelto el enigma.

 

Sangra de amor la vida,

entre peñascos rota,

al capricho del tiempo,

entre las horas sola.

Se ha quedado entre versos,

el amor que no olvida,

y sembrado de notas,

se ha quedado dormido,

reclamando justicia.

 

Así, quedan los sueños,

la realidad explícita,

el amor en el centro,

de la elipse que gira,

y un fugaz pensamiento,

que en el viento pulula,

un andante viajero,

que sin prisa camina.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

VIVE LA SOLEDAD ...

Vive la soledad entre las notas,

de una entonación que calla y vibra,

como las olas solas de la vida,

al albur del compás, vieja pianola.

Batir multicolor de alas y banderas,

como bandadas gritando de gaviotas,

tántricos signos que retan y esclavizan,

nebulosas visiones que marean.

 

Es tanta la ignorancia, que se queda,

prendida de la mente y de la vida,

como un amanecer que no termina,

un interminable ruido que no rima.

Se escapa la ilusión por las orillas,

donde se agolpan los residuos y los lodos,

se van quedando en el fondo solos,

entre los fondos traidores que no brillan,

pozos, donde se gestan las envidias.

 

Sueña la soledad, que está dormida,

que al despertar recogerá los frutos,

que va apilando en pedazos la vida,

en los huecos que quedan como heridas.

La flor, nunca está sola, sola brilla,

más sol y agua, en soledad la miman.

Más sola está la vida entre las vidas,

cuando es la soledad mal entendida.

 

Que sabe el ruiseñor de compañías,

inmerso en su trinar que le cautiva,

no hay multitud que al verso sobreviva,

ni hay verso que en la soledad no exista.

Miles de granos de arena se resignan,

miles de aves sin parar emigran,

mira el lucero en soledad a quien mira,

y en soledad se despierta quien suspira.

 

Amor de corazón que en soledad germina,

que palpita al ritmo de su arritmia,

solitario el halcón que al viento mira,

los ojos llenos de ancestral sabiduría.

Se van quedando en soledad las vidas,

solas están en su tornar sin prisa,

al origen ancestral que las anima.

Cuanta fuerza en soledad germina.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

AMOR SIN COMPASIÓN.

Se va diluyendo como arena,

entre los finos dedos de ternura,

la débil y vital vida que muda,

cayendo cual cascada que termina.

Amor y pena, unidas a la vida,

un aluvión de sentidas experiencias,

viviéndolas sin pausa, una a una.

Procelosa y arriesgada singladura,

cargada de pasión y de aventura.

 

La noche misteriosa y cristalina,

sobre la faz dormida se desnuda,

de argentaria pasión vive en la cuna,

la voz de la prolífica conciencia.

Aviva con su luz la misma ciencia,

excita con su luz a la criatura,

reaviva los misterios de la vida,

en el seno brutal de la inconsciencia.

 

No cabe en el amor tanta inocencia,

como en la vida inocente que retoña,

sollozos que descubren la experiencia,

golpes de realidad que se desbordan,

bofetadas de dolor y de existencia.

Crujiendo va creciendo sin retorno,

la vida enamorada entre tinieblas,

no sabe el corazón que vive y sueña.

 

De controversias la mente se desnuda,

y se viste de saber y de ignorancia,

va tejiendo la vida sus falacias,

en la terca pasión de la criatura.

La vida de alegrías y fatigas,

que intransigente y terca, muta y muda.

Amores del revés entre las dudas,

amores de cartón Y de prestancia,

amores de saber y de ternura.

 

Se ha quedado la luna sin la bruma,

se ha asomado el amor a la ventana,

y es tanta la pasión, que se demuda,

el rostro a tal visión y tan temprana.

Amor ungido de mente y corazón,

amar sin ruido y en realidad callada,

como un amanecer que se levanta,

como un atardecer que se desnuda.

 

Amor sin más, Amor desde la cuna,

amor entre las luces y las sombras,

amor sin compasión que te arrebata.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

AMOR ENTRE LAS HOJAS.

Herrumbre en las palabras,

que oxidadas declaman,

como oxidados goznes,

de chirridos de rabia.

El sonido exigente,

reclama la soflama,

que un coro de dementes,

repiten y relatan.

 

Corazón que se agrieta,

de textura de lata,

piedra marmórea y fría,

de frialdad innecesaria.

Se desmenuza el alma,

la esencia se apelmaza,

y se quedan sin luna,

las estrellas que callan.

 

Estruendo de emociones,

que se agolpan con ansia,

dando masa a los nervios,

que temblando se alargan.

Brote de nuevas voces,

descubriendo el mañana,

y un sin fin de palomas,

que la calma reclaman.

 

Sortilegios de ideas,

abalorios que hablan,

y una nube de signos,

que gritan quienes vagan,

por tránsitos de rabia.

Se ha acercado la nota,

al sonido que ama,

y ha besado su cuerpo,

con el amor que emana.

 

Vuela ya la nostalgia,

con su pesada carga,

reclamando verdades,

que se quedaron vanas.

Una sombra se cierne,

en la clara mañana,

y el recuerdo se agita,

cual la cuerda de un arpa.

 

Corazón que se altera,

descubriendo su infancia,

escondida en los pliegues,

de las cálidas sábanas.

Dormida entre los ecos,

de las viejas miradas,

sabias como la vida,

eternamente amadas.

 

Corazones viajeros,

de parlantes latidos,

fervientes pasajeros,

de un tren que nunca para.

El amor se ha dormido,

entre sus carnes blandas,

y en sus sueños recuerda,

otras carnes amadas.

 

Amor entre las hojas,

escritas con el alma.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri