El sueño dentro del sueño,
el poder de ver sin ver,
sentir sin tocar ni oír,
y sin pensarlo gozar,
por el hecho de existir.
La flor sin sentir inspira
sentimiento a quien la mira,
y va emanando su olor,
bello aroma que transpira,
seduciendo a quien respira.
El mar sin saberlo mata,
y sin saberlo desata,
arriesgadas travesías.
Soñando quedó el poeta,
inmerso en su calentura,
vagó entre los sentimientos,
entre las dudas se inspira,
y soñando que soñaba,
dejó en sus trazos la vida,
senderos que transitar,
a quienes sin verlo, miran.
Así, destapando velos,
el sabio en su soledad,
bucea en los entresuelos,
en las simas del dudar,
y soñando sin soñar,
va desvelando señuelos,
desentrañando secretos,
dando sentido al pensar.
Voces quedas como gritos,
miradas como puñales,
y sueños que son reales,
versos que derrumban mitos.
La vida a bandazos sueña,
despierta soñando sigue,
siendo rica su existencia,
no goza con lo que vive.
Amor desea quien camina,
dejando huella tras huella,
y en su soledad anhela,
una sonrisa sincera.
Sueña quien quiere aprender,
que es sabio entre pesadillas,
y piensa quien amar quiere,
que es la vida una vigilia.
Amores en el desván,
donde existen las reliquias,
donde quedaron los sueños,
las nefastas pesadillas.
Amores en el salón,
humanizando las prisas,
y una mirada que brilla,
una palabra sin voz.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri