Déjame que dude viento,
porque soplas sin control,
porque en huracán te tornas,
porque es tan recia tu voz,
porque nublas los cerebros,
con tu devenir violento.
Dime viento porque gritas,
porque tu gesto es tan recio.
Bramó la mar sinuosa,
vomitó sangre el volcán,
gritó el hambre demudada,
recluida en su dolor.
Vociferaron las masas,
presas de ira y de emoción,
y bombeó el corazón,
latidos de horror y rabia.
Preguntas sin resolver,
que acucian mis pensamientos,
dudas, que siendo tormentos,
son sin dudar fundamento,
para ver y comprender,
de qué materia están hechos,
los furtivos sentimientos,
de por qué, vino y se fue.
La Tierra gruñe y suspira,
se acalora y enloquece,
reclama lo que era suyo,
y gritando se estremece,
el humano en su codicia,
robó el fruto de su vientre,
su carne prieta envejece,
por la ira que la fustiga.
Amor que en dudas deambulas,
que a la verdad la sublimas,
que conviertes lo banal,
en exquisita ambrosía.
Amor de miles de aristas,
amor de múltiples caras,
amor que siempre suspiras,
amor que en el alma viajas.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri