No es en vano que mi alma a ti te anhela,
No es una simple armonía química,
Que extrañe tus besos
O viva sedientos de ellos,
O caprichos de la vida
Cuando digo que el sonido de tu voz,
Apacienta la inquietud de mi alma.
Puedo percibirte en la distancia
Como tú también me percibes.
Hay cosas extrañas en el mundo
Que aunque le busquemos explicaciones,
No llegaremos a entenderla,
Pero mi ser se ha enrizado al tuyo
Como hiedra al muro,
Ya no importa el orgullo,
Nos buscamos sedientos
Dependiendo yo de ti, tú de mí.
Desvergonzados dirán algunos,
Falta de voluntad dirán otros,
Pero a quien le importa que te ame,
A quien le importa que sea un sinvergüenza,
Si es el sonido de tu voz trasciende el universo
Y mi alma lo conoce, lo recuerda.
Sabrá Dios cuántas vidas te he esperado,
Sabrá Dios cuánto nos hemos encontrado,
Porque no son extraños tus gestos,
Tus rabias, tus celos, tus mimos, tus besos,
Tu cuerpo qué le importa al mundo si te quiero,
Qué le importa al mundo si te anhelo.
No te importe si no lo entiendes,
Muchas veces hay cosas en nuestras vidas
Que no podremos explicar una de ellas,
Es cómo logras percibirme en la distancia,
Cómo logro percibirte yo también,
Deja el amor donde ha nacido,
Aunque no lo comprendas,
Al final hace menos daño
Cuando te rindes y lo aceptas.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri