De amor y otros males se ofrece esta noche,
Para rasgar algunos silencios que pululan en por su
negrura.
Trae consigo:
Los persistentes grillos del mal,
Las sobras de los minutos idos,
Las gárgolas amargas de los inviernos.
Brillas tu ausencia en los pasillos,
Hostiga el mutismo de tu cálido latir
Y exaspera mi alma, las sombras que la luna,
Con su luz mortecina impregna;
Sobre los rincones.
El rocío que perla de frío las hojas de un libro de ruta,
Trae lamento...
Que en el eco de los luciferinos ojos de un gato blanco,
Se pasean los desolados rasgos de un adiós.
Esta noche, que huele a licor e insomnio,
Ahora tendrá vida eterna.
Vivirá en los días al caer la tarde,
Vivirá como un maldito,
Vivirá como un verso en la pared del viento;
Vagando hasta los confines de los mundos.
Vivirá, vivirá y vivirá con brío sórdido de un verso
impúdico
Y borroneado por el peso del tiempo,
Entre las líneas de Dios
Clamará misericordia al son de alegorías profanas.
Ya vuelve a mí la cordura del día,
La noche;
Como transe de Abigor,
Vuelve a los confíes del abismo con el alba.
Y el sol intenta sonreír como antes...
Pero no es lo mismo.
Los bosquejos de su silueta
Como espectro se desvanece al tocar luz.
Y hallo mis ojos perdidos, al regar las fotos del buró.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri