Con temores y tormentos
me hago dueño de tu ausencia;
y así es siempre, a todo tiempo,
aunque ruegue por clemencia.
Subo al cielo y bajo en llanto,
bajo el agua y subo riendo,
porque aunque yo sufro tanto
diariamente te recuerdo.
Cuando pienso en lo bonito
que pasábamos tan juntos,
te recuerdo y me repito:
“Soy un triste vagabundo”.
Y si suben a mi mente
cosas malas que pasamos,
digo descaradamente:
“Menos mal que nos dejamos”.
Pero es triste tu partida,
aun con esas cosas malas
porque tú fuiste en mi vida
mi ilusión más añorada.
Hoy te pienso en mi silencio,
aunque muera lentamente,
porque sé que con el tiempo
moriré sin poder verte.
Soy la cosa más penosa
desde el día en que te marchaste.
Las espinas tienen rosas,
y aun así, ¿qué se le hace?
Luchare por recordarte
sin perderte en el olvido.
Aunque tu cuerpo se marche,
en mi mente te persigo.
Y la noche en que yo muera
diré tu nombre bajito.
Así me iré de esta tierra
recordando tu cariño.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.